Todo aquel que alguna vez haya comprado un programa habrá visto que viene un contrato donde se habla de los términos y las condiciones de uso. Muchos programas no se venden, aunque eso nos parezca cuando compramos y descargamos por Internet el software que queremos, sino que se licencia, es decir, el fabricante nos da una licencia de uso para precisamente, poder operar el programa en cuestión de manera legal.

Y todas estas condiciones y términos de estos contratos son ignorados por los usuarios. En ocasiones -por no leer dichos legajos- el fabricante se hace de una serie de beneficios que el usuario le ha otorgado.

Un caso parecido ocurre con el contrato de Apple en sus dispositivos iOS. Cuando cambian las condiciones, la empresa informa a sus usuarios y les pone las nuevas condiciones y términos. Si alguna vez lo ha visto, sabrá que son decenas y más decenas de páginas (del tamaño de la pantalla que estemos usando), las cuales deberíamos leer, pero eso nadie ya lo quiere hacer.

Y se nos ha dicho hasta el cansancio que debiésemos leer, al menos una vez, los contratos de las cosas que compramos o de los servicios que adquirimos. Pero ¿quién quiere perder el tiempo leyendo toda esta jerga legal? Mejor firmamos y aceptamos lo que dice ese contrato y ni siquiera nos fijamos si tiene «letra chiquita».

Y esto último muestra que muchos contratos están hechos con dolo. Poner cláusulas con letra chiquita habla precisamente de que quien ha redactado un contrato quiere muchas veces sacar ventaja del que no sabe, del que le da flojera leer o bien, del que está harto de toda esta cuestión legal.

Pero quizá el lector/a binario/a de Unocero tenga razón en ignorar estos contratos. Resulta que la revista Choice contrató a un actor para que leyera en voz alta «los términos y condiciones del servicio Kindle de Amazon», el cual mide 73,198 palabras. Cabe decir que una novela de unas 180 páginas tiene más o menos unas 40,000 palabras, así que el contrato de Amazon es de alrededor del doble de tamaño de la novela (ya con formato para impresión).

El actor se tardó en leer dicho contrato de Amazon 8 horas y 59 minutos. Como puede verse, estos contratos a los que nadie hace caso, deberían cambiar ya y hacer que las cosas fuesen más fáciles para todos.

Referencias: Videos de Choice