Es común escuchar que programar computadoras es algo divertido. Vamos, incluso alguien ha dicho que programar es lo más divertido que se puede hacer con los pantalones puestos. Y además, se dice constantemente que “cualquiera puede aprender”. Tim Cook, de Apple, ya ha escrito en alguna ocasión que escribir código es “divertido e interactivo” y que el arte y ciencia de hacer software es ahora tan accesible como lo es el abecedario.

Pero la realidad es otra. Para alguien que empieza, la manera de pensar de los programadores es poco común. Hay que ser altamente analítico y creativo. Los programadores requieren casi de un enfoque sobrehumano para manejar la complejidad de las tareas que realizan. Hay que prestar atención a los detalles. Así, tener este nivel de concentración requiere un estado de la mente llamado “en el flujo” o bien una relación cuasi-simbiótica entre el hombre y la máquina que mejore el desempeño y la motivación.

Programar es una actividad que demanda un enfoque muy intenso y eso es poco común en la mayoría de los trabajos. Igualmente, así como nadie ha escuchado que la cirugía cerebral es “divertida” o que la ingeniería estructural es “fácil”, así parece ocurrir también con la programación. Tal vez la razón de querer hacer creer que programar es sencillo y divertido se deba a la propia industria de cómputo que está buscando de alguna manera seguir incorporando gente a sus filas.

Un nuevo reto de la programación lúdica

El insistir en que el programar es glamoroso no es privativo del cómputo. En algunas películas, por ejemplo, se observa a un fotógrafo profesional tomando placas de una modelo guapísima. El fotógrafo tiene un enorme número de cámaras, montones de ayudantes y se dedica solamente a captar los mejores ángulos de la modelos, pero esto -lo saben los que se dedican a estos temas- no es así. Hay muchas veces que hay que hacer mucho trabajo entre bambalinas, mucha “talacha” y eso dista de ser divertido, fácil o glamoroso.

En programación insistir entonces de que hablamos de un mundo glamoroso es una mala idea para incorporar a los chicos a la industria del software. Esto insulta la inteligencia de los muchacho y plantea una noción equivoca (y perniciosa) de que no se necesita disciplina para progresar. Para quienes hacemos programación sabemos que un minuto de codificación se basa en horas de estudio previo.

Probablemente lo mejor sea admitir que escribir código es complicado, técnica y éticamente. Las computadoras de hoy, por el momento, sólo pueden ejecutar órdenes con ciertos grados de sofisticación. Por lo que para el desarrollador debe ser claro que: la máquina sólo hará lo que le digamos que haga, no lo que pensamos que debe hacer. Para colmo, cada vez las máquinas toman más decisiones a nivel cotidiano y la gente confía en que las decisiones que se toman en el software nos son correctas, incluyendo algunas que tienen que ver con asuntos de vida y muerte. Piénsese en los autos que se conducen autónomamente; en armas que son semi-autónomas piénsese en las inferencias lógicas que hacen Facebook o Google para llegar a la conclusión que un usuario está casado, o que tiene un estado psicológico particular, etcétera.

Y todos estos escenarios están construidos en un fundamente técnico exclusivamente. Pero no podemos responder solamente en términos técnicos. la programación no es un detalle que le debemos dejar solamente a la parte técnica considerando que los programadores serán neutrales científicamente hablando. Las sociedades son demasiado complejas: lo algorítmico puede considerarse en muchas ocasiones una cuestión política. La automatización nos ha dado un golpe a la seguridad de los trabajadores, particularmente aquellos con pocas capacidades o habilidades para desempeñar ciertos oficios y esto no solamente ocurre en un país, sino que es un problema ya mundial.

Una herramienta para quienes quieran aprender a programar

¿Y quiénes serán los siguientes empleados con dificultades para mantener sus trabajos? Los de cuello blanco. Los gigantes digitales de hoy funcionan con una fracción de empleados de las industrias del ayer, por lo que es una ironía buscar y tratar de jalar más gente al molino de la programación si esto en realidad está quitando empleos a muchas personas.

En este mundo tan intrincado y conectado, donde el software juega cada vez más un enorme papel en la vida cotidiana, es irresponsable hablar de programar como si fuese una actividad ligera. El software no son simples líneas de código y tampoco es solamente una cuestión técnica. En un par de años el entender la programación de computadoras parecerá ser parte de todo ciudadano activo. La idea de que codificar programas ofrece una trayectoria sin problemas al progreso social y a la mejora individual es absolutamente falsa pero es lo que se promueve.

Digamos que ya es el momento de decir la verdad y destruir este antiguo mito de lo fácil y divertido que es hacer programas.

Referencia: Quartz