Los norteamericanos se metieron en un buen lío cuando Ed Snowden, técnico de la NSA (National Security Agency), declaró que el gobierno de los Estados Unidos podía vigilar a cualquier ciudadano y que además, podían intervenir llamadas telefónicas, tener acceso a datos privados en las redes sociales y además, saber a quién les llamaba y por cuanto tiempo, incluso desde un teléfono celular. La intromisión a la privacidad y el espionaje a cualquier persona se protegía bajo el argumento de la ley interna para la seguridad del territorio norteamericano, ley que fue promovida por el ahora expresidente Bush, después de los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001.

Esto no debería sorprendernos. El “gran hermano” ha decidido que debe vigilar a todos y en las estadísticas de los grandes números, hallar una aguja en un pajar, un potencial terrorista o bien una persona que está dispuesta a liquidar a otros seres humanos bajo alguna consigna religiosa radical. La cuestión es que estas declaraciones de Snowden se pueden enmarcar en los intentos del propio gobierno, desde las cámaras de diputados y senadores correspondientes, para controlar la información que se mueve por Internet. No es pues gratuito el cabildeo de ACTA, PIPA y otras propuestas de ley en donde todos los que acceden a Internet podrían estar vigilados y en caso necesario, castigados por posibles actos violatorios. Se supone que se busca que los contenidos con derechos de autor no sean fácilmente pirateables, o al menos es lo que dicen como argumento, aunque en el fondo está la consigna del gobierno de legalizar sus procedimientos de espionaje contra el que sea.

Uno esperaría que este asunto del espionaje, del poder revisar la información que las personas usan y consultan, quedara en tela de juicio hasta que se resolviese judicialmente, pero antes de que eso pase tenemos la noticia de que en el sistema del Metro de Moscú, Rusia, se indica que se pondrán dispositivos que podrán leer los datos que contengan los teléfonos móviles de los usuarios de dicho sistema de transporte.

En la edición de julio 29 de la revista Izvestia, el jefe de la policía del Metro de Moscú, Andrei Mokhov, dijo que el dispositivo busca localizar teléfonos celulares robados. El aparato tiene un rango de unos 5 metros y puede leer los datos de la tarjeta SIM. Si dicha tarjeta está en la lista de los teléfonos robados, el sistema manda automáticamente la información a la policía. El momento y lugar de la alerta pueden asociarse incluso a los sistemas de circuito cerrado de TV de la estación donde ocurra el evento.

Izvestia reporta que -de acuerdo a los expertos- estos dispositivos pueden ser usados más ampliamente para seguir a todos los pasajeros sin excepción. Mokhov dijo que es ilegal vigilar y monitorear a una persona sin el permiso de las autoridades, pero que no hay ninguna ley que impida monitorear la propiedad de una compañía, por ejemplo, la tarjeta SIM.

Se pueden dar todo tipo de argumentos legaloides para vigilar a los ciudadanos de cualquier país. El jefe de la policía del Metro en Moscú ha hallado un buen pretexto para poder ver la información de muchísimos teléfonos sin que sus propietarios siquiera se enteren. Esto, para muchos es simplemente invasión de la privacidad y espionaje.

A mí me queda claro que los gobiernos, hoy más que nunca, están montando sistemas para espiar a todos, sin excepción, con o sin el permiso legal de nadie. ¿O quizás me equivoco y soy un paranoico? usted, lector/lectora binario/a (de unocero.com), qué piensa?

Referencias

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