El problema es que sin el dispositivo, y sin haber experimentado con él, los desarrolladores están codificando sus aplicaciones en la oscuridad. Literal. Existe un grupo de desarrolladores privilegiados que están trabajando con la tableta física, pero que lo tienen que hacer dentro de un cuarto con ventanas tapadas. Y por supuesto, la compañía de la manzana no los eximió de firmar un contrato de 10 páginas en el que aseguraban no revelar nada de información sobre el equipo.
Es importante señalar que con el lanzamiento de la App Store para iPhone en Julio del 2008, algunas de las aplicaciones presentaban fallas, incluso cuando los desarrolladores tuvieron a su alcance el dispositivo para realizar las pruebas. Probablemente, tuvieron en ese entonces problemas para familiarizarse con el software. En esta ocasión, los mayoría de los desarrolladores tendrán que trabajar a ciegas para construir los programas de la tableta.
Uno de los problemas es que los desarrolladores no pueden probar eficientemente, a pesar de tener simuladores, la manera en la que sus aplicaciones convergen con el uso y la experiencia de utilizar un iPad. Ni hablar, los desarrolladores tendrán que componer sus aplicaciones con el tiempo y sobre la marcha, el chiste es adelantarse a todas aquellas que no saldrán con el estreno de la App Store para iPad.
Fuente: Wired