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Libros de ayer y hoy

La tecnología para el consumidor final ha tomado por asalto el mundo. De tener, por ejemplo, un reloj con números en lugar de manecillas, con...

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La tecnología para el consumidor final ha tomado por asalto el mundo. De tener, por ejemplo, un reloj con números en lugar de manecillas, con calculadora incluida, propio de “nerds”, de pronto los teléfonos “inteligentes” hacen maravillas. Son pequeñas computadoras que gracias a las miles de aplicaciones diseñadas para estas plataformas, podemos jugar al ajedrez, hacer cálculos sofisticados, ver películas en la pantallita del teléfono y hasta leer libros y documentos en diversos formatos electrónicos.

Los libros electrónicos, de hecho, se han convertido poco a poco en una verdadera opción para quienes les gusta leer. Hay dispositivos electrónicos, “tablets”, que permiten leer incluso con pantallas que les llaman de tinta electrónica, libros completos incluso al aire libre, con una brillante luz solar. Desde luego los libros de ajedrez también ya se ven en estos formatos electrónicos. De hecho, muchos libros en papel se están digitalizando por terceros, amantes del ajedrez, que han decidido compartir, quizás de una manera no muy legal, la información que dichos libros contienen. Hay sitios en la red con enlaces a depósitos de archivos públicos, en donde pueden obtenerse gratuitamente la mayoría de los libros de ajedrez, incluso los más modernos.

Curiosamente, sin embargo, a pesar de que los libros electrónicos no requieren de tinta, de papel, de encuadernación, etcétera, la diferencia en costo contra el libro impreso no es apabullante, es decir, podemos encontrar que si el libro en papel cuesta 32.50 dólares (más gastos de envío en muchos casos), la versión electrónica cuesta 23.74 dólares, apenas menos de 10 dólares menos. El ejemplo es precisamente sobre el primer tomo del libro “Kasparov on Kasparov”, que vende Amazon.

Aún así, los libros electrónicos muchas veces no sacan todas las ventajas que los formatos electrónicos tienen. Por ejemplo, en las versiones electrónicas muchas veces podemos marcar párrafos (con tinta verde fosforescente) o poner notas en los márgenes, o usando post-it virtuales, los cuales no tiene por qué verlos otro lector que usen mi dispositivo para leer el mismo libro. Sin embargo, cuando se trata de ajedrez, hay una limitación espantosa: los libros deben seguirse en un tablero real, como cuando usábamos libros en papel. ¿No sería sensacional que los libros fuesen más interactivos?

Ya alguna vez hemos hablado de aplicaciones para el iPad, por ejemplo, que permiten leer libros de ajedrez electrónicos de forma interactiva, en donde los documentos contienen un tablero electrónico que permite mover las piezas, ver las variantes, etcétera. Y esto los hace más fáciles de usar. Obviamente se requieren de programas o “apps” que tengan esta opción y en el iPad como e+Chess Books, de ePlusBooks.com Limited.

Sin embargo, estas opciones requieren casi siempre comprar el libro interactivo electrónico con una aplicación específica para lo mismo. Una alternativa, que muchos editores están empezando a ver, es poner el libro en formato Chessbase, el cual es un manejador de partidas de ajedrez, que permite poner textos, comentarios en partidas, impresión de las mismas, etcétera. De esta manera, se tiene la interacción deseada en una plataforma que es común para los ajedrecistas.

Hallé, por ejemplo, que el sitio de ChessCafe.com ahora vende los artículos de sus columnistas, por ejemplo Mark Dvoretsky, por 99 centavos de dólar en formato Chessbase, PGN o PDF. Ahora uno puede comprarse el artículo que contiene muchas variantes y análisis del que se dice es el mejor entrenador de ajedrez del planeta, para poder usarlo y aprender sin necesidad de tener que sacar el tablero físico y reproducir las jugadas en el mismo. Por menos de 15 pesos uno se puede hacer de un artículo interactivo. Sin duda la idea es sensacional.

Cabe decir que yo tengo recopilados más de 100 artículos de Dvoretsky (mucho antes de que consideraran venderlos en formato electrónico). Y si cada mes hubiese comprado uno, un libro con la colección de todos sus artículos me hubiese salido 99 dólares. Quizás muy oneroso considerando que los libros de autores connotados en ajedrez no llegan a más de 45 dólares. Claro que cuando me hago de un libro, tengo que pagarlo completo y aquí el pago es diferido -digamos- y por eso suena como un precio razonable.

Como sea, lo importante es que las alternativas van creciendo. Hay cada vez más posibilidades para estudiar ajedrez y ya no hay pretexto ahora para no aprender, con todos estos programas y aplicaciones que nos hacen de verdad, la vida mucho más fácil.

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