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El cuaderno de notas de Susan Kare

Cuando se habla de la Apple Mac, se asocia a la interfaz gráfica tan pulida, tan bonita, tan sobria. Sin embargo, no fue la primera...

Cuando se habla de la Apple Mac, se asocia a la interfaz gráfica tan pulida, tan bonita, tan sobria. Sin embargo, no fue la primera máquina con un escritorio virtual y con la analogía de carpetas y archivos, cuando normalmente lo que se veía era la línea de comandos y un cursor parpadeante esperando instrucciones del usuario. Cualquiera ya sabe que atrás de la interfaz gráfica del usuario (GUI por sus siglas en inglés), está Doug Engelbart, quien presentó en 1968 la primera computadora en modo gráfico en el Stanford Research Institute. A esta demostración se le llamó coloquialmente con los años, “la madre de todas las demostraciones“.

Las ideas revolucionarias de Engelbart se desarrollaron después en Xerox PARC, donde el ahora legendario Steve Jobs hizo una visita en 1979, lo cual le convenció que la GUI representaba el futuro del cómputo. Jobs diría más tarde: “pienso que fue la mejor cosa que jamas vi antes en mi vida” y agregó después: “En menos de diez minutos me quedo claro que todas las computadoras trabajarían de esta manera“. Hoy ya sabemos cómo se desarrolló todo este asunto y es parte de la historia del valle del silicio.

Xerox quizás echó a perder sus oportunidades en el campo de las interfaces gráficas cuando sacó a la venta su Xerox Star, un producto pensado para el mercado corporativo. Cada Star vendida requería 75,000 dólares para la instalación y una red de servidores de archivos externos, además de 16,000 dólares extras por cada estación de trabajo adicional (el doble de un automóvil en ese tiempo). esto sin duda no fue lo que podríamos llamar una revolución para las masas.

Steve Jobs, Jef Raskin y el resto del equipo Mac reconoció que había un nicho de mercado para esta interfaz en el mercado casero. La idea que quizás mantenía vivo el concepto de la interfaz gráfica es que no se iba a requerir entender lo que había dentro de la computadora, o tener que escribir comandos crípticos. En muchos sentidos eso implicaba que músicos, escritores, diseñadores y gente no dedicada al cómputo, podría sacar jugo de mejor manera de sus equipos.

Así, el reto de diseñar una computadora “para el resto de nosotros” requería que amáramos el resultado y que además, desde luego, estuviese de acuerdo a los costos del mercado casero. Se necesitaba retroalimentación de toda esta gente que está lejana al mundo de la computadora. Para ello se contrató a una joven artista, Susan Kare, y así ver las posibilidades que una interfaz gráfica podría dar.

Kare, después de tomar lecciones de pintura de niña, y habiendo terminado el doctorado en artes por la Universidad de Nueva York, se mudó a San Francisco, en donde trabajó como curadora en el Fine Arts Museum de esa ciudad. Pronto se dio cuenta que estaba en el lado equivocado de la ecuación creativa y entendió que lo que ella quería era trabajar en sus propias obras.

Eventualmente Kare fue comisionada por un museo de Arkansas para hacer una escultura de acero. Esto lo empezó a realizar en su garage en Palo Alto, donde casualmente recibió una llamada de su amigo de la secundaria, Andy Hertzfeld, quien era el arquitecto de software líder para el sistema operativo de Macintosh, quien le ofreció trabajo.

La primera tarea de Kare fue el desarrollar los tipos de letra para el Mac OS. En ese tiempo, los tipos de letra digitales eran monoespaceados, es decir, no proporcionales. Esto significa que la “l”, por ejemplo, ocupa el mismo espacio físico en la pantalla que la “M”, que es mucho más ancha. Esto era consecuencia de las máquinas de escribir probablemente, además de que escribir con tipos de letra proporcionales requería de cierto software para que las letras quedasen donde tendrían que ir.

Para la Mac, Kare diseñó el primer tipo de letra proporcional que le dio a la Mac una imagen como la que se observa en cualquier libro bien impreso. Jobs había tomado algún curso de caligrafía y sugirió la creación de tipos de letra que ahora conocemos como Geneva, Chicago, New York, etc.

Inspirada en el intenso trabajo de sus compañeros de software, Kare  fue quien quizás creó los elementos de navegación de la Mac. Como en ese entonces no había ninguna aplicación para usar los iconos que deberían ir en la misma, Kare se compró un cuaderno cuadriculado de 2.50 dólares, para empezar a jugar con formas e ideas. Ahora podemos ver por vez primera este cuaderno con las ideas originales de la artista. Cada cuadro de la cuadrícula representa un pixel en la pantalla. El primer icono que hizo fue el dedo que apunta, asociado al comando “pegar”, usando para ello un marcador de color rosa.

Así, Kare diseñó otros iconos: las tijeras (el comando “cortar”), una manito (para moverse dentro de la hoja virtual como puede verse normalmente ahora en Photoshop, por ejemplo), entre otros comandos.

Una vez que el software fue desarrollado, Kare empezó a trabajar sacando ideas de todas partes: historia del arte asíatico, de los gadgets de los más nerds, de los juguetes geek, etc. De alguna manera la artista le dio a Mac un léxico visual que en principio suponía ser intuitivo y acogedor para las masas. En lugar de hacer un pequeño dibujo de cada objeto real, ella diseñó los iconos que de alguna manera son comprensibles como las señales de tráfico. (*)

Tal vez, además de los iconos, la Macintosh atrajo la atención cuando mostraba una pantalla blanca y no negra con letras verdes o ámbar. Quizás fue el hecho de ser una de las primeras máquinas con diferentes tipografías. Para muchos la Mac fue “la máquina con la que querían vivir“. Hoy en día muchos iconos que vemos en la interfaz gráfica, sin importar la marca, probablemente tengan que ver con el trabajo de Kare.

Más adelante, en su carrera, Kare diseñó los iconos para los sistemas operativos de IBM OS/2 y Windows. Hizo los bitmaps de las cartas en la popular versión del solitario que viene con Windows. También ha creado iconos para los productos del Museo de Arte Moderno de Nueva York, entre otros.

Susan Kare hace poco decidió publicar ella misma su primer libro: “Susan Kare icons”. Se puede conseguir una copia autografiada de la artista entrando a su sitio web. Para la artista gráfica, la creación es como esto: “tú puedes hacer un cuadro, pero eso no quiere decir que sea un gran cuadro“, y agrega “si ves a la hoja en blanco y dices: ‘voy a hacer una gran obra’, te estás haciendo tonto. Tú sólo puedes hacer la mejor pintura que puedas dibujar y esperar, si tienes suerte, que a la gente le llegue el mensaje“.

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(*) Sin afán de demeritar el trabajo de Kare, es claro que los iconos de tránsito como los de la Mac, o de cualquier otra interfaz gráfica, requieren de un conocimiento previo de quien los ve. Imaginen que alguien que jamás ha visto un semáforo ve una señal icónica que lo representa. Probablemente no pueda saber de qué se trata. Obviamente, considerando el contexto cultural en el que se desarrolló el trabajo de Kare, la respuesta fue magnífica.

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