Estos sistemas permiten subir fotografías personales, del tema que se nos antoje, y de esta manera ir creciendo nuestra página personal dentro del sitio. Los demás inscritos pueden ver mis intereses, mi información básica (si así lo deseo), y permitirles que se comuniquen conmigo para conocernos. Los antiguos amigos pueden reencontrarse de nuevo y reanudar los contactos perdidos. Todo se ve bien.
No obstante, hay cosas que francamente me empiezan a molestar: en FaceBook, por ejemplo, recibo una invitación a la zona de “vampiros”, o bien, alguien me manda una copa de vino “virtual” (desde luego), o quizás alguien le envía a uno un regalo virtual (un perro de peluche, por ejemplo). Entonces el sistema lleva cuenta y me notifica de todas estas cuestiones. La realidad es que todo esto es una vacilada para que el sitio tenga movimiento y parezca que hay mucho por hacer. Si el portal solamente funcionara para poner la información que quisiésemos y ya, lentamente dejaríamos -poco a poco- de actualizar nuestra página y a la larga sería un sitio estático cuyo fin se vería pronto. Así, con estas aplicaciones internas (el sistema para jugar la trivia del cine, o qué tan naco es uno, por ejemplo), FaceBook se reactualiza y no se muere de inanición de clicks.
A mí la verdad ya me está aburriendo (y usted, ¿qué piensa?) y creo que como tantas modas en Internet, se mantendrán por un buen tiempo, pero dudo que puedan continuar siendo lo más usado por los Internautas a la larga. Es claro, debo reconocer, que esta opinión va en contra del negocio que ha surgido con estos sitios. FaceBook está valuado en no sé cuántos millones de dólares. A mí me parece todo fuera de proporción y exagerado pero como en estas cosas pasa, habrá que esperar a ver qué sucede con el transcurso del tiempo.