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Lo importante es el juego, no el juguete

La frase que da título a este artículo la decían en los anuncios de la Procuraduría Federal del Consumidor, en donde en las épocas navideñas...

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La frase que da título a este artículo la decían en los anuncios de la Procuraduría Federal del Consumidor, en donde en las épocas navideñas (o en el día del niño), los críos pedían regalos específicos, influenciados por el bombardeo televisivo de esos tiempos, en donde un juguete X era mejor que el de otra marca por una razón u otra. La ProFeCo entonces contraatacaba indicando que lo esencial no era el juguete de marca, sino el juego en sí. Seguramente muchos adultos habrían considerado que era una buena argumentación la de dicho organismo federal. Porque finalmente lo que importa es -efectivamente- jugar, no el juguete en sí.

Pues bien, lo que hoy vemos es curiosamente lo mismo, sólo que para los adultos. Nos bombardean por todos los medios sobre la ventajas de un teléfono, una tablet, un sistema operativo, un dispositivo específico, etcétera. Y desde luego, todos estos aparatos tienen pros y contras. Si nos hacemos de una Mac, pues sí, son costosas pero tienen un soberbio sistema operativo y una interfaz muy sobria; si en lugar de eso, compramos un teléfono Blackberry de última generación, seguramente tendremos un sistema muy pulido que nos permite mantenernos en contacto de manera ágil con clientes y amigos; si nos hacemos de un iPad, tendremos la virtud de acceder a la -quizás- tienda de aplicaciones más grande en el planeta y con una variedad de posibilidades inimaginables; si nos compramos un teléfono Samsung con las últimísima versión de Android, posiblemente seremos felices en esta interfaz táctil, versátil y tan de moda. Sea el equipo que sea, buscaremos sacar el mejor provecho al mismo.

Pero lo que me sorprende es el poder de las empresas de mercadotecnia, que si mal no recuerdo empezó con el iPhone de Apple. Cuando alguien mandaba un mensaje de correo electrónico, desde ese “oscuro del deseo” que fue ese teléfono cuando llegó al mercado mexicano, al término del mensaje venía la leyenda: “enviado desde mi iPhone”. Otros fabricantes, siguiendo la moda de la empresa de la manzana hicieron lo mismo y ahora es común ver mensajes como “Enviado desde Correo Windows”, “Enviado desde mi iPad”, “Enviado desde mi Blackberry z10”, etcétera.

Más de una vez les he dicho a los dueños de estos dispositivos sobre este asunto en particular y muchos me han dicho que se puede cambiar eso para que no aparezcan esas ridículas leyendas en los mensajes que envían. Pero he aquí que nadie quita esas leyendas, producto de la mercadotecnia. Unos, los que usan los i-aparatos de Apple, porque así se sienten únicos, irrepetibles, que piensan diferente (“Think Different”), pero que en realidad los mercadólogos los manipulan de lo lindo. Otros, porque simplemente copian las tendencias.

El punto es simple: ¿Qué es lo importante? ¿De qué dispositivo me mandó un mensaje de correo o el mensaje en sí mismo? ¿Qué es más valioso? ¿el juego o el juguete? Pensamos que a los infantes los manipulan los medios, pero he aquí que nosotros caemos en este juego perverso de los anunciantes. Como si un mensaje de correo tuviese otro cariz porque se mandó desde un Android, un iPad o un Windows Phone, como si la calidad del mensaje fuese otro, cuando bien sabemos que eso no cambia.

Pero le seguimos el juego y en el fondo estamos felices si los mensajes que mandamos dicen: “enviado desde mi iPad”, porque sí, señores, yo tengo un iPad. ¿Entienden? ¿Se dan cuenta quien soy? Les repito: ¡tengo un iPad!

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