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De concursos fraudulentos: la realidad

Los concursos, promociones o sorteos, que se hagan en este país, o en cualquier otro país decente, están sancionados por las autoridades locales. Por ejemplo,...

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Los concursos, promociones o sorteos, que se hagan en este país, o en cualquier otro país decente, están sancionados por las autoridades locales. Por ejemplo, aquí en México, la Secretaría de Gobernación da un permiso a las empresas o particulares que quieran promover un concurso, sorteo o rifa pública. Hay ciertas reglas que se contemplan para otorgar el permiso. Por ejemplo, Gobernación no exige, pero apela, a que si los premios son viajes, se den para centros turísticos del territorio nacional. Es decir, prefieren que los ganadores vayan a Cancún que a Disneylandia, por ejemplo. Igualmente, entre las reglas existentes, los premios se tienen que dar. No se vale que queden desiertos (a menos que haya alguna claúsula específica en la naturaleza de un concurso particular). Si por alguna razón los premios no se entregan, pasan a ser propiedad de Gobernación, al menos para el caso de México.

Las regulaciones de los concursos -al menos en México- permiten protegernos de alguna manera de promociones falsas o fraudulentas. Uno puede, si un concurso tiene permiso de Gobernación, reclamar si considera que las cosas no han sido justas o de acuerdo a las bases.

Pues bien, hace unos días hablé de un fraudulento concurso en Facebook, en donde supuestamente darían de regalo a los usuarios de esta red social 170 iPhones. Había que dar “me gusta” y compartir el enlace no sé cuantas veces para así poder concursar. Ayer, día 28, era el concurso de los iPhones, promovido en Internet. Entré a la página de Facebook de estos personajes en donde se decía que había ya una lista de ganadores, seleccionados al azar y daban el enlace. Entonces entré a dicha liga esperando hallar una lista con 170 nombres, pero no. Lo que hay es una imagen con fotos del iPhone, sus características y con una caja de diálogo en donde me piden que dé mi nombre en Facebook para ver si soy un ganador de esta promoción. Es decir, no ponen la lista, sino que le piden al usuario que escriba su nombre tal y como aparece en Facebook. Curioso, ¿no?

Como todo huele mal, puse cualquier nombre, “Jorge Pérez”… ¡Y oh, prodigio! me gané un iPhone. Desde luego, no se puede pasar de esta ventana. El enlace “Obtener su iPhone 6” evidentemente no funciona (vamos, ni enlace hay). Pero en los que sí funcionan piden que uno dé su número de teléfono celular para descargar contenido (apps). Todo es ilegal, ruin, nefasto, que demuestra que hay gente que no tiene la mínima ética y es capaz de engañar -y seguir engañando- para hacerse de los datos de terceros. Probablemente los que hayan puesto su nombre en la caja de diálogo tendrán entonces que aguantar una andanada de propaganda no solicitada a sus cuentas de Facebook.

El punto no es pues ganar o no ganar en un concurso, sino el abuso de la buena fe de las personas. El punto es que los defraudadores quedan sin castigo alguno. No hay dirección, teléfono, razón social, nada. Son unos farsantes de los cuales nadie puede enorgullecerse. La cosa es que estos engaños son tan comunes que no hacemos nada para evitarlos. Bueno, yo ya hice algo, reporté a Facebook esa página como spam o indeseable, pero eso no significa que no puedan abrir otra más adelante. Lamentable de principio a fin.

Referencias:

 

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