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¿Escribir en el aire? ¿En verdad?

Hace unos días Fujitsu anunció que desde hace meses ha estado trabajando en un anillo inteligente que, a grades rasgos, permitirá a los usuarios que...

Anillo_Fujitsu

Hace unos días Fujitsu anunció que desde hace meses ha estado trabajando en un anillo inteligente que, a grades rasgos, permitirá a los usuarios que porten este wearable escribir en el aire.

Gracias a sensores como el acelerómetro, giroscopio o magnetómetro, el anillo, que aún no tiene un nombre definido, detectará los movimientos del dedo para saber qué letra se está dibujando en el aire y así, poco a poco, ir formando palabras hasta redactar una frase completa.

No es que quiera menospreciar estos intentos de innovación, sin embargo, es en estos momentos en donde me pregunto si al desarrollar este tipo de productos las compañías en verdad piensan en los posibles usos y funcionalidad que podrían tener estos productos

¿Sinceramente alguien se imagina a media calle o en plena junta haciendo movimientos al aire con el dedo simulando letras para responder una notificación de su mensajero instantáneo favorito? ¿no sería mucho más sencillo sacar el celular y teclear sobre la pantalla táctil como hasta la fecha se hace?

Además de tener que portar este anillo de toscas dimensiones, el usuario tiene que usar una especie de diadema/lentes en donde visualizará los caracteres dibujados con el dedo ya traducidos por el software desarrollado por Fujitsu.

Me parece que el hecho de que un dispositivo cuente con sensores, conectividad o demás elementos tecnológicos no vuelve al producto necesario o propiamente inteligente y que en este sentido Fujitsu, que no es una compañía que destaque por su innovación en materia de gadgets o wearables, ha apostado de manera equivocada en el desarrollo de un producto como este anillo que, aunque está enfocado más en el mercado empresarial según la propia compañía asiática, me parece que tiene un complicado futuro cercano, ya que se tiene previsto ponerlo en el mercado en este mismo 2015.

Tal vez el que se equivoca soy yo y en cinco años todo mundo anda, o andamos, con un anillo en el dedo y contestando mensajes, redactando y realizando otras funciones con él. El tiempo será el encargado de demostrarme si estoy en lo cierto o si terminaré tragándome mis palabras.

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