Acabo de ver un video de YouTube en donde un candidato, mediante una parodia en español de la canción “Happy” de Pharrell Williams, se presenta ante su electorado y piden que voten por él. ¿Alguien votará por él después de ver ese video?

Después en Twitter me encontré otro video, ahora de Cuauhtémoc Blanco, invitando a los votantes de Cuernavaca a comer frutas y verduras (neta, eso dice al final) y en Facebook una colega compartió el video de un candidato bailando con botas tribaleras (esas de puntotas alargadas, que ya son tan famosas que hasta las usaron una vez en “Glee”) y, mediante una canción, decía que él era la mejor opción. Suponiendo que ganara, ¿va a continuar su carrera política vestido así?

Por si fuera poco, en un portal leo que otro candidato tuvo  problemas con Disney por usar la imagen de los memes de la rana René (que, por cierto, es su tocaya) para hacer campaña. ¿Nadie le dijo antes que eso podía pasar?

Después de muchos años de aprendizaje, México tiene una interesante (habrá que ver si es buena) legislación de campañas electorales en radio, TV y prensa, pero en lo que se refiere a internet, existe una extensa y profunda laguna donde todo mundo puede hacer lo que se le venga en gana.

Así, en vez de ver nuevas propuestas de, por ejemplo, desarrollo de mensajes multimedia o  novedosas estrategias de redes sociales, sólo se pueden ver videos de baja calidad (y pésimo gusto) y cuentas de Twitter con mensajes como “Hoy recorrí la colonia XX para conocer las demandas de los vecinos”, acompañados de una foto posada en la que le da la mano a una señora en la puerta de su casa.

Así como los candidatos ignoran a sus electores cuando obtienen el puesto por el que compiten (y así como los votantes se olvidan del diputado por el que votaron), los partidos desprecian por completo cualquier posibilidad novedosa que les pueda brindar la tecnología que hoy se tiene disponible.

Los mensajes siguen siendo los mismos de siempre: que si los pusieron con letras chiquitas en la boleta, que si se anuncian en el cine, que si los diputados del otro partido usan relojes caros o que si en este partido no hay políticos que se hayan escapado de otro; es más, uno de los mensajes de la campaña con mayor recordación es la frase “a huevo”, que de propuesta para beneficio social no tiene mucho.

Los políticos siguen despreciando a internet, a pesar de los más de 60 millones de usuarios (dependiendo de la cifra) que hay ahí, quizá porque su público objetivo es otro, ese que no tuitea en su smartphone, pero que sí le hace bien una despensa… o quizá porque simplemente no saben cómo usarlo.

Todavía quedan varias semanas antes de las elecciones y habrá que ver si a algún candidato se le ocurre una buena idea para aprovechar la nueva tecnología disponible en el mundo, pero al paso que vamos, parece que las campañas seguirán haciéndose como en el siglo pasado.

Pero no todo esto es malo, ya que el área de oportunidad está en los votantes, quienes sí pueden usarla para expresarse, exigir, informar y, lo más importante, actuar. Así de simple.