Mortal Kombat es una de las sagas de peleas más exitosas de todos los tiempos y su impacto en la cultura pop es inmensurable, pues lo mismo ha motivado la creación de organismos clasificadores de videojuegos -dado su contenido ultraviolento-, que inspirado frases de nuestro léxico habitual (todos hemos dicho “Fatality” y “Finish Him” alguna vez en la vida).

Pareciera que la saga siempre ha sido lo que es, pero cuando nos damos un clavado en la creación del primer Mortal Kombat, veremos que la propuesta original era muy distante del producto final, y que incluso contaría con el involucramiento de la estrella del cine de acción Jean-Claude Van Damme.

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Todo empezó cuando Midway Games comisionó a Ed Boon y John Tobias la creación de un juego de peleas, presumiblemente para competir contra Street Fighter II: The World Warrior. En un inicio los dos pensaron en hacer un título de artes marciales en la vena de Karate Champ, pero bajo la temática de ninjas.

Midway rechazó esa idea y les ordenó hacer un juego protagonizado por una versión digitalizada de Van Damme, quien en ese entonces estaba en la cima del éxito, gracias a películas como Contacto sangriento y Kickboxer.

Van Damme rechazó la oferta porque ya estaba rodando Soldado Universal y porque simplemente no le apetecía aparecer en un videojuego. Lejos de darse por vencido, el equipo creativo continuó con su sueño de hacer un título de peleas.

De los días de Van Damme se quedó la iniciativa de digitalizar actores, en lugar de recurrir a sprites ordinarios. Cuando el original Mortal Kombat -juego claramente inspirado en la ya referida Contacto sangriento y en Big Trouble in Little China de John Carpenter- comenzó a tomar forma, el equipo decidió burlarse del belga de las patadas bien belgas.

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Johnny Cage fue el resultado de esta mofa. El personaje es un engreído actor de Hollywood que de repente se ve envuelto en un torneo de artes marciales, y dentro de sus movimientos especiales está un split que es referencia directa al que hace Van Damme en sus películas.

Dentro de la pedantería que lo caracterizó en los 90, Van Damme podrá haber rechazado aparecer en un videojuego, pero sin querer ayudó a dar forma a ciertas ideas de una de las sagas fundamentales de los fighting games.