Las tarjetas de crédito se han instalado, poco a poco, en el uso cotidiano. En el primer mundo se puede pagar prácticamente todo con estas tarjetas y cada vez hay más dispositivos que leen los datos de las mismas para hacer los respectivos cargos en los que incurren los compradores. Sin embargo, una dificultad conocida es la seguridad, la cual ha obligado a los bancos a buscar medidas para evitar fraudes. Por ejemplo, en México algunos bancos  le envían al dueño de una tarjeta de crédito un mensaje SMS cuando utiliza el plástico. Así, si de pronto llega un cargo no reconocido, puede uno reclamar inmediatamente, al menos en teoría.

No obstante esta idea, no todos los bancos tienen estas medidas de protección, por lo que el Fraunhofer Institute for Computer Graphics Research IGD, ha planteado una solución para hacer el uso de las tarjetas de crédito más seguras aún. Se trata de inspeccionar las firmas manuscritas directamente en la tarjeta bancaria. La comparación biométrica sobre la propia tarjeta haría las transacciones y pagos más convenientes, y además trabajaría con cualquier tarjeta de crédito ordinaria.

El truco aquí es que la tarjeta bancaria sea quien reconoce al cliente por su firma a través de algo que han dado en llamar  “dinámica de la firma”. Sabemos que la firma de cada persona es única; en el proceso de firmar deja un trazo biométrico único, el cual se basa en la progresión cronológica de la posición de la pluma, la cual es trazada en una tableta gráfica o una pantalla sensible al tacto mientras se está firmando. El sistema de Fraunhofer checa entonces si la firma es genuina, comparando la firmas biométrica con los datos alimentados sobre la misma en la propia tarjeta. En términos de tecnología de seguridad, no hay comparación con el procedimiento convencional, el cual es un proceso por demás subjetivo del cajero al comparar visualmente la firma del dueño de la tarjeta con la que aparece en la misma.

Esto pues añade seguridad, lo cual implica más complicaciones para los criminales. Así entonces, aunque el criminal tenga la tarjeta de alguna persona, los datos biométricos ponen una nueva barrera frente a sus actividades delictivas. “La combinación de conocimiento, posesión y datos biométricos es ideal y garantiza un beneficio adicional de conveniencia y seguridad para el dueño de la tarjeta”, explica Alexander Nouak, del mencionado instituto.

“La comparación entre los datos presentados y los que están guardados en la tarjeta se hace directamente en el chip del plástico, el cual está protegido por los estándares ya establecidos”, explica Nouak y agregó, “por lo que es imposible robar los datos biométricos a través de un dispositivo externo”. Una ventaja significativa de la solución de Fraunhofer es que mantiene los estándares reconocidos, por lo cual podrían ser grabados en cualquier tarjeta de crédito convencional.

Evidentemente el tema es importante, porque los bancos sufren de pérdidas importantes por robo y uso indebido de tarjetas de crédito. Hay mucho dinero en juego y sin duda las soluciones que den mayor seguridad serán interesantes para aplicarse en los bancos directamente.

Referencias:

Science Daily