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Un curioso paseo virtual

Muchos juegos que se pusieron de moda, quizás a mediados de los noventas, hacían que el usuario recorriera un laberinto interminable (como en Castle Wolfenstein...

Muchos juegos que se pusieron de moda, quizás a mediados de los noventas, hacían que el usuario recorriera un laberinto interminable (como en Castle Wolfenstein 3D, Doom, etc.), de donde salían seres perversos cuyo fin único era la violencia por sí misma. La intención era, desde luego, matar al jugador, que en primera persona veía la escena como si estuviese ahí mismo, como protagonista principal. Yo recuerdo que los personajes malvados de Doom podían llegar a ser tan violentos que no distinguían entre los de su bando y los del bando rival. Mataban todo lo que encontraban a su paso y de hecho ésta era una técnica que había que usar para pasar un nivel: Uno se escondía en una chimenea pero era detectado. Como no podían ver al jugador, los malos disparaban a todo lo que se movía hasta que todos eran muertos por sus propios compañeros.

Hubo, sin embargo, juegos como Myst, en donde la idea era resolver -aparentemente- un acertijo, empezando por tratar de saber cuál era el objetivo del juego. En principio uno caía en una isla y empezaba a caminar hasta encontrar una construcción. Quizás había una fuente cercana pero no se veían personas. Si uno tocaba el agua podía aparecer un libro mágico que nos daba indicaciones. Las imágenes de Myst eran espectaculares y el juego quizás era muy interesante, pero como no había acción como en Doom, por ejemplo, tendía de pronto a aburrir. No dudo que habrá habido algunos “clavados” en el juego y habrán llegado al final del mismo. Yo no pude. Simplemente me asombré de la calidad de imágenes que contenía el juego en este recorrido virtual.

Pues bien, leí en El País esta nota. Ahí hablan de la promoción de un lugar en España “Miravete de la Sierra“, un pueblo que tiene solamente doce habitantes (todos ellos personas mayores), y en donde nunca pasa nada. Los creadores de esto decidieron crear un recorrido virtual por el pueblo y uno de los habitantes (que ronda los 86 años), nos acompaña en un paseo por todo el pueblo. La narración de este hombre es muy simpática y está salpicado de buenas frases como “Aquí el tiempo no pasa ni adelantando la hora” o bien, “las moscas son tan tranquilas que parecen una imagen congelada“.

El paseo virtual por Miravete ha tenido mucho éxito y tan es así, que ya se venden incluso los muñecos de los doce personajes que viven en él. El sistema, que puede verse en esta página, permite tomar fotografías de las partes que más le gusten a uno. En mi opinión un fino trabajo multimedia. Quizás después de esto, Miravete de la Sierra, el pueblo donde nunca pasa nada, pues empiece a pasar algo, por ejemplo, terminar siendo famoso en Internet.

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