Una de las noticias que más nos desconcertaron en 2018 es el cambio que este año tendría la medida de peso kilo.

En ese momento se difundieron notas con titulares estilo “El kilo dejará de pesar un kilo”, pero en realidad es un ajuste que hoy, 20 de mayo de 2019, entra en vigor.

Para explicar mejor en qué consiste este ajuste, es necesario dar un poco de contexto histórico.

Desde 1889 se institucionalizó que el peso del kilo lo definiría un cilindro metálico, conocido como “Gran K”, hecho de una aleación de 90% de platino y 10% de iridio, que está en la Oficina Internacional de Pesas y Medidas a las afueras de París.

El problema es que, a pesar de que se trata de un cilindro cuya composición le provee estabilidad química y dureza extrema, los contaminantes en el ambiente lo ensucian y alteran su peso en un promedio de una millonésima de gramo al año.

Estas alteraciones hacen que las mediciones se vuelvan problemáticas y por ello a la comunidad científica le urgía proponer un nuevo cálculo a prueba de factores externos.

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En ese entendido, desde hoy la definición de un kilo se hará usando la constante de Planck, constante física que desempeña un papel central en la teoría de la mecánica cuántica.

Esta resolución fue aprobada por todos los delegados de los Estados Miembros de la Oficina Internacional de Pesos y Medidas.

En conferencia, el presidente de la Academia de Ciencias de Francia, Sébastien Candel, dijo “Este congreso aparecerá en la historia como el mayor evento para la metrología, porque marca una transformación radical en el sistema base para la ciencia y el intercambio económico global”.

Con este ajuste al kilo se prevé mayor precisión en ámbitos diversos y en apariencia desligados, como el deporte y la navegación satelital.

Si te interesa saber más del ajuste, te recomendamos leer este hilo del astrónomo Néstor Espinoza: