En los meses pasados hemos visto la peculiar pelea entre la empresa Apple y el FBI por el teléfono encriptado de uno de los delincuentes del incidente de San Bernardino. Apple no quería ayudar a descifrar la información del iPhone ése y el FBI quería obligarlos legalmente a ello. Más aún, quería que Apple les diera acceso a cualquier teléfono por alguna «puerta trasera». Apple siempre se negó a ello.

Y es que el asunto de información cifrada, como ya hemos dicho, despierta al menos suspicacias sobre por qué alguien pondría contraseñas para cifrar su información. Pues ¿qué esconde? ¿por qué tomarse la molestia de encriptar sus discos duros, por ejemplo? El asunto parece que aún la autoridad no lo entiende: uno puede cifrar los contenidos de sus discos duros, de sus dispositivos, de lo que se le antoje, porque simple y llanamente tiene el derecho de hacerlo. Sus razones tendrá, pero aunque no las tuviese, es su derecho.

Sin embargo, en países como Estados Unidos, donde hay una paranoia contra todo lo que suene a musulmán, a ataques terroristas, a cualquier evento «sospechoso», hace que el «país de las oportunidades», donde se supone se goza de libertad absoluta, caiga en excesos curiosos, por decir lo menos. El caso que viene a cuento es el de un hombre en Filadelfia, sospechoso de poseer pornografía infantil, el cual ha estado en la cárcel por siete meses ya. La Corte le ha demandado que descifre dos discos duros, que mantienen encriptados con contraseñas, pues los representantes de la ley quieren saber qué contienen estos mecanismos de almacenamiento.

El sospechoso es un ex-sargento del Departamento de la Policía de Filadelfia, quien de entrada, no se le han hecho cargos por crímenes de pornografía infantil. Sin embargo, lo mantienen preso en un centro de detención federal en Filadelfia porque se niega a decodificar dos discos duros. La pregunta es simple: ¿Puede la autoridad siquiera intentar descifrar lo que hay en esos discos? ¿bajo qué argumentos si ni siquiera hay cargos contra el sospechoso? En cualquier caso la corte ha sido clara: mantendrán en prisión al sospechoso hasta que les dé las claves para descifrar la información de esos discos duros.

El abogado del sospechoso, Keith Donoghue, ha urgido a la corte que libere a su cliente inmediatamente. «No solamente está detenido sin cargos, sino que jamás ha estado en la cárcel en su vida debido a algún crimen», indica Donoghue, en su documento al 3er circuito de apelaciones de la corte.

El gobierno dice que hay una ley, la 1789, conocida como el acta «All Writs», en donde le exigen al sospechoso que les dé acceso a los discos porque se cree que contiene pornografía. Este es precisamente el argumento que el Departamento de Justicia dio en el caso de la batalla legal del FBI vs Apple. en donde un magistrado ordenó a la empresa de la manzana a escribir el código para ayudar a las autoridades a decodificar el iPhone de uno de los terroristas, en donde murieron 14 personas, en diciembre pasado.

Donoghue dice que en sus primeros reclamos, su cliente indica que la corte no tiene jurisdicción para la petición que hace, la cual es improcedente. La defensa también indica que el sospechoso no tiene finalmente porqué dar las contraseñas de sus discos duros porque lo protege la quinta enmienda, la cual dice que nadie se puede auto-incriminar.

La EFF (Electronic Frontier Foundation) ha tomado incluso ya postura en este asunto, indicando a la corte del circuito que «la obligación de decodificar es inherentemente testimonial porque busca obligar al sospechoso a usar el contenido de su mente para traducir evidencia ininteligible de forma que pueda ser usada contra él». De nuevo, la quinta enmienda le da el privilegio absoluto contra tal obligación que busca imponer la corte porque significa auto-incriminarse».

Las autoridades han llamado a dos testigos: una es la hermana del sospechoso que dice haber visto pornografía infantil con su hermano en la casa de él. El otro testigo es un examinador forense que testificó que «su mejor apuesta» es que hay pornografía infantil en esos discos. La investigación empezó en el 2015 cuando fiscales de Pennsylvania estaban monitoreando la red Freenet y ejecutaron una orden de cateo en la casa del ahora sospechoso.

Curiosamente Donoghue dice que los investigadores han decodificado la información de una Mac Pro del sospechoso, usando una clave hallada en el iPhone 5S, dispositivo que fue requisado cuando se efectuó la detención. Indica que no halló pornografía infantil.

De nuevo estamos ante un caso en donde las autoridades parece ser, no tienen la razón, pero como sabemos, en los auntos legales hay de todo, menos justicia expedita.
Referencias:

Ars technica