El cómputo moderno avanza a pasos agigantados. Consideremos, por ejemplo, las computadoras que teníamos en los años noventa y a principios del nuevo siglo, con las que ahora usamos. Los avances en hardware, velocidad, componentes, etcétera, aunado a los avancen en software, hacen que programas con veinte, quince, diez o cinco años, nos parezcan francamente obsoletos. Y lo son, pero no por ello son inútiles. En su momento era lo que había y eso era lo mejor.

Considérese el juego Karateka, el cual jugué en su momento en una Apple II. Véanse las gráficas del programa original y compárense contra la versión que ahora incluso puede jugarse en el iPhone, que de hecho, es al menos cientos de veces más poderoso que la propia Apple II. El avance es francamente notable. Pero no quiere decir esto que jugar el Karateka original sea aburrido. Para nada. Sigue siendo igual de divertido que antes e incluso, es admirable lo que lograban en computadoras que decididamente no tienen ni remotamente los recursos con los que ahora contamos.

Por ello, particularmente en lo que se refiere a software, ¿por qué no poner el código fuente de muchos programas del pasado en la modalidad de código abierto? Sería quizás una manera de que estos, por ejemplo, pudiesen ser útiles en la enseñanza de la programación en las escuelas. Photoshop 1.0 ya está en esta modalidad. El código fuente puede obtenerse de este enlace. En este caso, es claro que las versiones actuales de Photoshop hacen maravillas frente a la 1.0, pero muchos algoritmos bien podrían ser utilizados para enseñar cómo se programan interfaces gráficas, cómo se hacen filtros para procesar imágenes, etcétera. Algo así como un meter las manos y ensuciarse, lo que los norteamericanos llaman “a hands on approach”.

Pensemos en los lenguajes de programación como las primeras versiones de turbo Pascal. Si Borland (o quien sea el dueño de esos programas), los pusiese en la modalidad de código abierto, probablemente aprenderíamos de cómo generar código de máquina a velocidades que solamente unos cuantos saben hacer -a la fecha.

Porque muchas compañías matan literalmente líneas de productos que no son comercialmente víables, pero al final del día ¿a dónde se fue todo ese conocimiento? ¿se tira y ya? No sería mala idea pedir -hasta exigir- a estas empresas, que hagan un bien a la humanidad donando el código fuente de productos a los cuales ni siquiera le sacan dinero ya?

Hay ejemplos curiosos. Nokia prometió el código fuente de Symbian (actualmente en desuso) y ponerlo en la modalidad de código abierto. Pero se arrepintieron y rápidamente bloquearon esta posibilidad totalmente. ¿De verdad creen que ese producto tiene aún víabilidad comercial? ¿ya vieron lo que hay en el mercado actualmente? En mi opinión hay ceguera o peor aún, egoísmo ¿o no?

Referencias:

Museo de la Historia de la Computación
Makezine