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Para acabar con la piratería

El mundo está lleno de productos piratas. Hay bolsas para mujeres que son imitación de algunas que cuestan muchísimo más dinero que lo que pueden...

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El mundo está lleno de productos piratas. Hay bolsas para mujeres que son imitación de algunas que cuestan muchísimo más dinero que lo que pueden meter en ellas. Hay relojes de imitación de los más caros, como los Rolex, que al verlos dan el “gatazo” de ser originales pero que finalmente, se estropean a las primeras de cambio y que, desde luego, no tienen ni la calidad, ni los materiales, ni nada parecido a lo que da la firma suiza. La imitación de productos costosos, que es una forma de piratería, demuestra que la gente muchas veces, al no poder ser, entonces tiene. Compensa sus dificultades haciéndose de objetos materiales que le dan un status que simplemente no pueden tener. Vamos, no pueden hacerse de un Rolex, pero se hacen de una imitación que “se ve” tan real como el reloj suizo.

Los primeros contenidos pirateables fueron los programas de computadora. Los programadores, en la época de la Apple II, de la Commodore, buscaron todo tipo de formatos para proteger sus trabajos pero todo fue en vano. A mí me parece que fue cuando más trabajo se hizo, tanto para proteger programas como para desprotegerlos. De hecho, en Apple II había un programa llamado Locksmith, el cual incluso tenía su propio lenguaje de programación para poder copiar piezas de software protegida precisamente contra copia.

En lo que se refiere a la tecnología digital, tenemos que hay un sinfín de contenidos que han sido pirateados. Todo empezó probablemente cuando la música se pudo compactar en archivos digitales usando la tecnología mp3. Eso abrió la caja de Pandora para que todo el mundo pusiese su música en este formato y entonces tuviese la posibilidad de escuchar en los -en ese entonces- nuevos dispositivos digitales como el iPod, toda la música que quisiesen. Dos problemas surgieron con esto: por una parte, las disqueras, poseedoras de los contenidos musicales ya no tenían control sobre los mismos. Cualquiera podía, a través de un programa que transformaba la música de los discos compactos a mp3, tener su colección de rolas en su iPod sin necesidad de complejas operaciones para pasarlos al dispositivo. El otro problema, el intercambio de archivos mp3 de pronto se volvió algo común y en Internet tuvimos a Napster, que fue quizás el primer torrent en ese sentido y que gracias a este sistema se habrán compartido millones de piezas musicales.

Los siguientes contenidos pirateados fueron las películas, los DVDs. ¿Por qué tardaron en piratearse? Porque el ancho de banda común en Internet no permitía de manera fácil copiar archivos de películas completas de un usuario a otro, pues hablamos de archivos de 2 a 5 GBytes. De hecho, la industria del DVD buscó un esquema para protegerse e inclusive logró que ciertos videos sólo se podían ver en una región determinada. Así, México era “Región 4”, pero de nuevo, más rápidos fueron los que se brincaron esta supuesta protección. Con la llegada de nuevas velocidades de transmisión/recepción, la labor de hacerse de películas piratas fue más fácil que nunca. Igualmente, el acceso a copiadores de DVDs hizo que naciera una reluciente industria de películas pirateadas, que puede verse a la vista de las propias autoridades en diferentes calles de la ciudad de México, sin que nadie haga nada para evitarlo.

Finalmente la piratería llegaría a los libros. Probablemente la idea de empresas como Amazon, de vender libros en formato digital hizo que se iniciara una nueva manera de piratear los contenidos digitales. Y no sólo eran archivos PDF, sino que los mismos formatos de empresas como Amazon, fueron fácilmente desencriptados y cualquiera que entre a los sitios torrent que pululan por la red, hallarán cualquier cantidad de libros digitalizados. Ante eso simplemente no hay protección.

Pero ¿cuál es la razón de la piratería? Probablemente tenga esto que ver con el costo de los contenidos digitales originales. La industria se ha encargado de argumentar que las copias piratas no tienen la calidad que las originales y además, han mentido indicando que estos productos piratas digitales bien podrían dañar los dispositivos donde corren. Obviamente los dos argumentos son falsos: los contenidos digitales piratas actuales son idénticos, bit a bit, que los originales y además, no es cierto que el hardware de cualquier dispositivo se pueda dañar por poner contenidos piratas en los mismos. Si acaso, no se podrá reproducir o ver el contenido pirateado, pero no pasará nada más.

La gente pues piratea porque los contenidos son demasiado costosos en general. Una película original puede costar 150 o 200 pesos. El equivalente pirata entre 10 y 20 pesos. Más barato incluso que un boleto del cine. Pero la industria desde hace años no quiere dar su mano a torcer y darse cuenta que ya las cosas han cambiado y que no se pueden vender sus contenidos a los precios que acostumbraban. Antes de Internet, de la computadora personal, de los contenidos digitales, las disqueras vendían por ejemplo, un disco con las canciones del cantante de moda, por unos 200 pesos, quizás un poco más. La empresa discográfica ponía 10 o 12 canciones. La gente quizás sólo quería una o dos de ellas, las más tocadas en la radio, las más populares, pero para ello tenía que comprar 10 canciones más que ni le importaban. Ahora ya no se puede hacer eso. Un nuevo modelo de negocios es pues necesario.

panasonic¿Cuál es la solución? Vender muy barato y tan barato que no haya necesidad de que la gente comparta sus contenidos porque cualquiera podría comprarlos. En una buena medida Apple y su tienda virtual logró esto. Con la llegada de la tienda de aplicaciones para sus iPhones e iPads, Apple vende a precios promedio de un par de dólares, tal vez un poco menos, un número enorme de aplicaciones, programas, que antes costaban decenas o cientos de dólares para la computadora personal. El sistema sí, no hace fácil copiar las apps para dárselas a los amigos, pero de verdad, ¿por 10 o 20 pesos? Pues que cada quien compre sus propias apps. Pongo un ejemplo: un programa de ajedrez muy fuerte, llamado Hiarcs, cuesta unos 60 dólares para la PC. Para el iPod Touch/iPhone/iPad, cuesta unos diez dólares.

El punto es simple: la piratería puede eliminarse con relativa facilidad y Apple lo logró en gran medida. Por ejemplo, iTunes, cuando salió, vendía cada pieza musical en un dólar. El primer día facturó un millón de dólares. ¿Qué demuestra esto? que la gente -en general- está dispuesta a pagar cuando el precio le parece justo. Así pues, la fórmula para eliminar la piratería es simple: las empresas deben bajar sus precios y entrar en el esquema de que es más fácil vender mil unidades de a peso que una de a mil pesos. Pero, ¿por qué no hacen eso? porque a nadie le gusta dejar de ganar lo qu ganaban. Quieren seguir teniendo utilidades que hoy en día ya es imposible. Pero no quieren ceder. La avaricia les gana y quizás cuando se den cuenta de su error, ya será muy tarde y estarán desapareciendo.

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