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La realidad sobre la privacidad

Yo no entiendo muy bien a la gente: se queja de la privacidad en Facebook. Copian rollos -a sus muros- que ni entienden, que son...

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Yo no entiendo muy bien a la gente: se queja de la privacidad en Facebook. Copian rollos -a sus muros- que ni entienden, que son una forma de spam, en donde supuestamente se aclara que la red social no puede compartir sus datos y se supone, se amparan en no sé qué leyes y en tratados internacionales que nadie sabe siquiera si existen. Pero con eso se sienten -quiero creer- protegidos.

La realidad es otra: esas cartas que se pegan en los muros de los que les afectan estos asuntos de privacidad, no tienen fuerza legal, empezando porque cuando nos inscribimos a Facebook aceptamos las condiciones de uso, que a todo esto, nadie lee, pero eso sí, se quejan como si leyeran las letras chiquitas del contrato de la red social. Pero más allá de estos asuntos, en donde hay gente que cree que sus fotografías de sus pachangas, comidas o eventos sociales, van a ser usadas para sacar provecho sin que ellos se lleven una parte, la privacidad en la red es un asunto al que en mi opinión, no se le da la debida importancia.

Empecemos por ejemplo, con el hecho de el “email”, el correo electrónico, es privado. ¿Y lo es? Bueno, sí y no. En principio, cualquier administrador de un servidor de correo tiene toda la capacidad de ver los mensajes que se le hayan mandado a quien sea. “Admin” o “Root” (casi siempre son sistemas Linux/Unix) puede ver los archivos en donde se guardan los mensajes que le llegan a los que están en ese servidor de correo en particular. No tiene ninguna limitación… bueno, sí, su educación y las políticas de privacidad le impiden en términos éticos, ver el correo de los que están en esa máquina. Pero en términos legales no hay un impedimento real para que si quieren, lean los mensajes que son estrictamente privados.

Pensemos en Google Mail o cualquier otro servicio gratuito de correo, Hotmail, Yahoo!, etcétera. Los servidores que acumulan los mensajes que no hemos leído pueden ser accedidos por el personal de la empresa que regentea el servidor y si desea, puede ver todos nuestros mensajes. De hecho, se supone que Google Mail puede “leer” de forma automatizada los mensajes (es decir, pueden ser procesados por una computadora), y hallar patrones, palabras claves, que permitan a Google poner anuncios en nuestros mensajes, asociados con estas palabras claves. Así, si yo escribo desde mi cuenta de GMail mensajes en donde uso la palabra “ajedrez”, es probable que Google me mande publicidad de juegos de ajedrez, clubes del juego ciencia por Internet, etcétera. Google ha dicho que hace esto (o hacía, quizás ya cambiaron las reglas), y que no califica como “leer”, pues sus programas analizan posibles palabras claves, pero desde luego, no leen los mensajes ni los entienden.

Así entonces, lo que hay que hacer es poner programas que permitan mandar mensajes encriptados a otros usuarios, apelando a estos a que igualmente, instalen este tipo de programas. De esta manera, no hay manera práctica que ojos ajenos a los que pueden ver un mensaje, puedan leerlo. Es una comunicación estrictamente privada y confidencial entre dos usuarios de los sistemas de correo gratuitos.

Si de verdad les preocupa la privacidad, pues hay que aplicarse. Ahí están los programas y las apps. ¿No los instalas? Pues entonces no me salgas con tus quejas sobre la privacidad porque en muchos casos parece mera pose de unos cuantos, ¿o no?

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