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La invasión de los necios

Umberto Eco, escritor y filósofo italiano, dijo la semana pasada que las herramientas como Twitter y Facebook “dan el derecho de hablar a legiones de...

umberto-eco00Umberto Eco, escritor y filósofo italiano, dijo la semana pasada que las herramientas como Twitter y Facebook “dan el derecho de hablar a legiones de idiotas”. Censuró incluso que se permita que la opinión de los “necios” tenga la misma relevancia que la de un premio Nobel. Las afirmaciones de Eco pueden ser puestas en tela de juicio, porque de alguna manera todos esperaríamos que la información, el derecho a la misma, así como el derecho a expresar nuestras opiniones, no debería ser coto de poder de nadie. Digamos que en ese sentido Internet libera y democratiza. Sin embargo Eco piensa que por ejemplo, “la televisión ha promovido al tonto del pueblo, con respecto al cual el espectador se siente superior. El drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo al nivel del portador de la verdad”.

Más aún, Eco, el ganador del premio Príncipe de Asturias afirma: “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los necios”. Y hay que decir que antes el escritor había ya criticado a Internet, llamándolo “instrumento peligroso” porque no permitía conocer “quién está hablando”.

El escritor puede ser criticado por muchos motivos, y pueden hallarse valiosos contra-argumentos a la postura que plantea, pero es claro que esta facilidad para publicar cualquier cosa no ha sido tan productiva como esperaríamos los seres humanos. Sí, Internet es una maravilla en muchos sentidos, pero también es un nido de banalidades, de estupideces, de creencias ridículas, de mentiras por demás evidentes, y de una demostración de que no somos siquiera lo suficientemente responsables cuando publicamos lo que sea en la red.

Creo que si nos remitimos a las redes sociales, Eco tiene toda la razón. Y muchos dirán que las redes sociales no deberían tomarse muy en serio, pero el hecho es que hay tanta gente que se hace de una opinión o apoya un punto de vista a partir de lo que lee en Facebook, por ejemplo, sea correcto o no, que termina por permear en la mente de muchas personas. Por ejemplo, cuando Korenfeld fue captado por un eventual camarógrafo aficionado, montando un helicóptero de CONAGUA para ir al Aeropuerto, la publicación de estas imágenes provocó que el directivo tuviese que renunciar. Y fue quizás un acierto de las redes sociales, pues presionaron lo suficiente, como un monstruo de mil cabezas, para que Korenfeld fuese obligado a tomar esta decisión de dimitir. En otros casos los consensos en las redes sociales pueden ser lamentablemente equivocados, como aquellos que piensan que la vacunación es una mala idea y por ende, no vacunan a sus hijos, exponiéndolos a enfermedades ya prácticamente desaparecidas.

En mi opinión, nadie tiene el derecho de decir quién puede opinar, quién puede publicar y quién no. El hecho de que ahora por ejemplo, cualquiera puedas hacer una página web, un blog, y mostrar sus ideas aunque éstas sean absurdas, debería considerarse una bendición. Recordemos cuando las editoriales decidían mediante quién sabe qué argumentos, qué autor era publicable y cual no. Sin duda las editoriales serias se tomaban su tiempo para concluir si un libro merecía ser publicado. Hoy, nadie tiene que pasar por el control u opinión de terceros. Ahora todos, en Internet, podemos publicar lo que se nos antoje. ¿Que esto generará muchos contenidos basura? Probablemente sí, pero es ahora tarea del propio lector decidir qué lee, a qué le hace caso y en quién confía.

Hoy el acceso a Internet es realmente un milagro tecnológico que deberíamos aprovechar. Parte de lo que nos hace humanos es que nos refleja en la red de redes cómo somos, qué intereses tenemos, de qué pie cojeamos, etcétera. Yo francamente difiero de la opinión de Eco en general, pero en lo que se refiere a las redes sociales, me parece que éstas han demostrado que son absolutamente prescindibles y le concedo una pizca de verdad en sus opiniones.

Internet es lo que queramos que sea. Está en nosotros. Si lo descuidamos, pues terminará siendo absurdamente ridícula su información. Creo que más que censurar las opiniones de nadie, deberíamos hacernos más responsables de lo que decimos en esta red global. ¿O no?

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