El cuerpo humano puede producir alrededor de 1 watt con el simple movimiento de los pulmones que inhalan y exhalan. Se pueden obtener 70 watts con cada impacto del talón si el sujeto camina de un lado del cuarto de televisión al otro. Hasta los más flojos pueden producir algo de energía eléctrica y los cristales piezoeléctricos son capaces de recuperarla y tranformar nuestro movimientos.
El problema principal con estos cristales era fabricar los más eficientes, pues se producen con temperaturas muy altas que destruyen o derriten el plástico y hule con el que se pretende hacerlos flexibles para colocarse en el cuerpo humano. El Dr. McAlpine y compañía, han solucionado ese problema haciéndolos primero en una serie de jirones angostos en un sustrato de óxido de magnesio. Cuando los cristales están hechos, se transplatan o imprimen en un material flexible y compatible con el cuerpo humano, que está hecho de un polímero llamado PDMS.
Los primero prototipos del Dr. McAlpine están equipados con una serie de alambres que cosechan la energía, los cristales son recubiertos con una capa del PDMS para protegerlos pues el plomo puede ser dañino para el cuerpo humano. El primer sitio para estos cristales podrían ser los zapatos y con la energía del caminar se podría cargar, por ejemplo, un iPod. Sin embargo, la meta, es crear un generador flexible que se puede colocar en el pecho, para aprovechar al máximos el movimiento humano.
Fuente: The New York Times