EPFL, la Escuela Federal Politécnica de Lausanne, se ha convertido en la coordinadora de Be-Smart, un proyecto de la Unión Europea que busca que los edificios tengan integrado celdas fotovoltaicas (building-integrated photovoltaics – BIPV), para que puedan reducir el costo de su gasto energético al 75% entre hoy y el 2030.

Las celdas fotovoltaicas pueden ser usadas directamente en edificios y en proyectos de renovación, para servir así como material de construcción por derecho propio. El integrar paneles solares a fachadas y techos puede hacer que los edificios transformen la energía en electricidad y reduzcan además las emisiones de CO2. Para desarrollar y promover esta tecnología, los socios del proyecto Be-Smart diseñarán paneles solares multifuncionales que no sólo producirán energía sino que además harán la tarea de aislar los edificios, hacerlos a prueba de ruido y con calidades estéticas arquitectónicas. Los socios de este proyecto desarrollarán una metodología para arquitectos y compañías constructoras para hallar maneras drásticas de reducir el costo de las BIPVs.

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Quince institutos de investigación, compañías con ideas innovadoras y firmas de construcción y arquitectura se han unido en un gran equipo en este interesante proyecto, el cual es liderado por la EPFL y la CSEM en Neuchâtel. «El uso de BIVPs en fachadas y en el sector de la construcción se está expandiendo rápidamente, gracias en parte al desarrollo pionero de EPFL y CSEM», dice Laure-Emmanuelle Perret-Aebi, coordinador del proyecto en el laboratorio Photovoltaics and Thin Film Electronics Laboratory (PV-Lab) de la EPFL. «Sin embargo, es claro que necesitamos hacer que esta tecnología sea más accesible de manera que pueda usarse más extensivamente y no solamente en ciertos edificios emblemáticos».

La idea es que si se pueden bajar los costos de estos materiales para las celdas fotovoltaicas, esto se convertirá entonces en un boom en la industria de la construcción de Europa. «Esta tecnología es diferente a la que se usa en paneles solares, los cuales están diseñados para producción en masa y que ahora se fabrican de manera principal en China», dice Perret-Aebi. «Pero la tecnología BIPV podría disparar la industria en Europa», comenta.

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Y hay que reconocer que hay argumento técnicos fundamentales. «La energía solar produce 10 a 20 veces menos CO2 que las plantas térmicas convencionales de energía», dice Christophe Ballif, un profesor de la escuela de ingeniería en la EPFL y líder del laboratorio PV-Lab, así como director del centro PV del CSEM. «Más aún, las grandes granjas solares son la forma más barata de producir electricidad, incluso en países donde no hay mucha luz del Sol, como en el caso de Alemania».

De hecho, ya es posible construir o renovar edificios con BIPV. En Suiza, más de 10 mil techos ya han sido construidos de esta manera, con paneles fotovoltaicos, los cuales están disponibles en varias formas y colores. Y aunque aún hay una buena cantidad de rechazo a esta idea, la tecnología va avanzando, aunque muy lentamente. Con el uso de BIPV, el cual sube los costos de la construcción por el momento, se calcula que el gasto extra se recuperará en unos 10 a 30 años. Y esto sería sin hacer uso de subsidios potenciales o de vender la energía producida eventualmente. Y todo esto sin contar la reducción en las emisiones de CO2 que son importantes finalmente.

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La tecnología de este proyecto usa un silicón cristalino, que puede hallarse en la mayoría de los paneles solares. Ya que estos paneles tienen una vida garantizada de 30 a 50 años si se integran a edificios, su confiabilidad es esencial, y es uno de las metas del proyecto. Por el momento, el período para recuperar el pago de un panel solar, es decir, el tiempo que se necesita para generar la misma cantidad de energía que se usó para fabricarlo, es de entre uno y tres años. De acuerdo con los socios del proyecto, el amplio uso de esta tecnología en fachadas y techos podría producir, a grosso modo, la cantidad de energía que actualmente se consume en Suiza. «No hay realmente una razón para no integrar los paneles fotovoltaicos en los nuevos edificios – debería ser la norma», apuntó Ballif.