Los famosos emulators; pequeñas maravillas de software que emulan (de ahí el nombre) o imitan el funcionamiento de una consola convencional utilizando el hardware del equipo en el que estén instalados permitiendo por ejemplo, poder jugar el Ocarina of Time o GoldenEye o GTA en tu teléfono. Algo más noble que práctico y más idealista que verdaderamente divertido.
Sin embargo, frente al modelo y la filosofía del código abierto, donde el mérito es haber escrito el software y quedando un poco en la zona gris de lo legal y lo ilícito, pero sobre todo, el problema monetario y los derechos que se deben, han obligado a estas empresas a quitar sus changarros del Marketplace de Google.
Este es un tema delicado, pues enfrenta la libertad de expresión en términos de programación contra la enorme cantidad de trámites, papeleos, permisos, pagos y ajustes que se requieren para poder utilizar material registrado de alguien más. La pregunta es, ¿hasta dónde se vale una cosa por la otra?. Por favor, déjenos sus opiniones.