Juno y Cassini son dos sondas que la NASA ha enviado al espacio exterior, con la intención de estudiar a los dos planetas más grandes del sistema solar, Júpiter y Saturno. Los detallados datos de la gravedad y el magnetismo en dichos cuerpos celestes han dado “información invaluable pero también muy confusa”, como dijo David Stevenson, de Caltech, quien mostrará una actualización de ambas misiones en los próximos días en la Reunión de la Sociedad Física Estadounidense, que se llevará a cabo en Boston. Su participación también será en una conferencia de prensa en donde hablará de lo que ha estado pasando y además, responderá a las preguntas.

“Aunque hay acertijos por explicar, lo que ahora tenemos nos aclara algunas de las ideas sobre cómo se formaron los planetas, cómo es que tienen campos magnéticos y cómo los vientos se comportan”, dijo Stevenson.

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Cassini orbitó Saturno por 13 años antes de su final dramático, el cual fue el lanzarse contra el planeta, asunto que ocurrió en el 2017. Por su parte, Juno ha estado orbitando Júpiter ya por dos y medio años. De hecho, el éxito de Juno en su misión a Júpiter parece deberse al diseño innovador, en donde sus instrumentos funcionan con energía solar solamente  y al mismo tiempo se protegen del entorno de radiación que tiene el planeta mismo.

Por ejemplo, Stevenson dijo que poner un sensor de microondas en Juno fue una buena decisión. “Usando las microondas pudimos darnos cuenta de la profunda atmósfera, la cual fue la opción correcta pero poco convencional. Los datos del sensor de microondas sorprendió a los científicos, en particular al mostrar que la atmósfera está mezclada, cosa que las teorías convencionales no predicen” y agregó: “toda explicación para esto tiene que ser poco ortodoxa”, dice Stevenson.

Los investigadores están explorando los eventos del clima buscando las concentraciones significativas de hielo, líquido y gas en diferentes partes de la atmósfera, pero el tema está lejos de estar resuelto.

Otros instrumentos en Juno son: sensores de gravedad y magnetismo, que son los datos que han dejado perplejos a los científicos. Por ejemplo, el campo magnético tiene manchas (regiones de anomalías altas o bajas en términos del campo magnético). Igualmente, hay una diferencia en los valores que se midieron en el hemisferio norte contra el hemisferio sur. Y de acuerdo a Stevenson, “no habíamos visto nada parecido antes”.

Por su parte, los datos gravitatorios confirmaron que Júpiter está formado al menos en un 90% por hidrógeno y helio en su masa, pero hay elementos más pesados que en su cantidad lo hace 10 veces la masa de nuestra Tierra, aunque estos elementos no se concentran en un núcleo sino que están mezclados con el hidrógeno superficial, el cual está en forma de metal líquido.

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Los datos mandados por las sondas han dado mucha información de estos planetas. La abundancia de elementos pesados en estas regiones es incierto aún, pero las capas más superficiales juegan un papel más importante que el esperado en la generación de ambos planetas, particularmente en lo que se refiere al campo magnético. Ahora se necesitan experimentos que simulen las condiciones de presión de estos gigantes planetas, así como las temperaturas a las que se encuentran, de forma que los científicos puedan entender qué está pasando y qué procesos ocurren.

Para Stevenson, quien ha estudiado a los planetas gigantes del sistema solar por más de 40 años, los acertijos de ahora son signo de una buena misión. “La ciencia sería aburrida si solamente sirviera para confirmar lo que teníamos pensado antes”, concluye.