Cuando Capcom sorprendió al mundo con el lanzamiento del primer Resident Evil en 1996, nadie se imaginaba que el panorama de los videojuegos habría de cambiar para siempre y que el horror se convertiría en una de las verticales más rentables de la industria.

Con el eventual lanzamiento de secuelas, Resident Evil fue virando más hacia el terreno de la acción, un cambio que comenzó a ser más notorio con la llegada de Resident Evil 3: Nemesis en 1999, algo que como buen tecnorruco sabes a la perfección.

El juego nos puso en los zapatos de Jill Valentine, miembro del equipo S.T.A.R.S. y sobreviviente de la primera entrega, quien tenía el firme propósito de escapar de Raccoon City, luego de la propagación del T-Virus.

El problema es que el Nemesis del título, un arma biológica creada para liquidar a los miembros sobrevivientes de S.T.A.R.S., acechaba a lo largo de la campaña.

Además del viraje hacia la acción, Resident Evil 3: Nemesis lució un cambio importante para Jill con respecto a la apariencia que guardó en el primer juego: un atuendo revelador que incluía minifalda y strapless, situación que fue comentada desde el lanzamiento del juego dado lo absurda que resultaba la idea de alguien que en pleno apocalipsis zombie salía a las calles enseñando piel.

El juego fue un éxito en ventas y sentó las bases para que Capcom explotara las posibilidades de la franquicia en terrenos alejados del horror, siendo las cúspides de esta aproximación Resident Evil 5 y Resident Evil 6, lanzados en 2009 y 2012, respectivamente.

Para entonces, Resident Evil ya era una saga completamente cambiada y alejada de la propuesta del primer juego. Pero Capcom decidió que era momento de regresar a las raíces de horror y Resident Evil 7: Biohazard, lanzado en 2017, fue el testimonio de esta reconsideración.

A ese juego le siguió el remake de Resident Evil 2 en 2019, un juego que afortunadamente lució la retomada aproximación desde el horror y que en consecuencia resultó más aterrador que el original Resident Evil 2 de 1998.

Ahora es turno del remake de Resident Evil 3 y con él llega el nuevo ciclo de cambios, pues, tal como sucedió con el título del que deriva, está más orientado a la acción.

Y dentro de estos cambios está la rediseñada apariencia de Jill, quien en lugar de strapless usa un top similar a los de Lara Croft en los Tomb Raider de 2013 en adelante, y en lugar de minifalda tiene un pantalón cargado de equipo táctico, cambios que obedecen a los virajes en pensamiento que han tenido lugar en estos 21 años que pasaron.