El dominio que Nintendo ejerce en el mercado de los juegos portátiles ha sido una constante durante más de tres décadas. A pesar de que la compañía no fue la primera en el rubro, con el lanzamiento del original Game Boy en 1989 se convirtió en el referente por excelencia y desde entonces otras marcas han propuesto sus propios dispositivos con miras a romper la hegemonía de la Gran N.

En 2003 la familia Game Boy se encontraba en Game Boy Advance, una consola portátil de 32 bits cuyas capacidades técnicas hacían posible correr gráficos más complejos que los de Super NES, pero sin llegar a la tridimensionalidad que regía en las consolas caseras de la época. Para aprovechar esa situación, en ese año Nokia irrumpió en el mercado de videojuegos con un dispositivo cuyo propósito era mezclar telefonía móvil y juego portátil, y ofrecer visuales que ningún Game Boy podía conseguir.

N-Gage fue el nombre de este dispositivo. Lanzado en un momento en el que la industria de consolas portátiles estaba a punto de recibir a Nintendo DS y PlayStation Portable, Nokia ofreció un producto que no nada más corría juegos tridimensionales en la palma de las manos, sino que también contaba con reproducción de música y video, es decir, funciones que ya eran una necesidad en los celulares de la época.

En el papel, N-Gage tenía todo para triunfar. Nokia lo anunció en 2002 como una respuesta al creciente interés en mezclar juegos y telefonía, y tan solo su capacidad de correr versiones portátiles de títulos como Tomb Raider y Call of Duty se antojaba suficiente para que Nintendo volteara a ver con preocupación a este dispositivo.

Pero Nokia no consideró que el público videojugador necesita familiaridad en sus manos.

Con un diseño ancho, un display de 2.1 pulgadas y sistema operativo Symbian OS 6.1, N-Gage era similar a otros equipos de Nokia como el 5510 y el 3300, lo que se traduce en que las teclas numéricas eran las mismas que se empleaban para jugar, siendo el pad direccional el único distintivo físico de que éste era un dispositivo para jugar.

La respuesta del público fue negativa, pues de nada servía que N-Gage pudiera correr juegos en tres dimensiones si su diseño, que ponía al centro la faceta telefónica, no era amigable para el gaming. El precio de 299 dólares -que en este momento equivaldrían a 424 dólares, o sea, unos 8,560 pesos mexicanos– y la necesidad de abrir el puerto de la batería para insertar los cartuchos tampoco ayudaron.

Al ver el pobre desempeño de ventas, Nokia intentó darle un giro al dispositivo a través del lanzamiento de N-Gage QD, una revisión que salió en 2004 con un diseño más pequeño y redondo y que tenía la ranura para los cartuchos en la parte inferior. Pero ya era demasiado tarde.

De acuerdo con un reporte de Gamesindustry.biz, Nokia estaba consciente del fracaso comercial de N-Gage, pero puso como fecha límite noviembre de 2005 para ver si algo ocurría antes de declararlo un fracaso. “Las ventas están en el escenario más bajo de nuestra meta”, dijo Jorma Ollila, el entonces CEO de Nokia.

Lo único que ocurrió es que en 2004 llegó Nintendo DS y la hegemonía de la Gran N en el mercado portátil continúo, mientras que la familia N-Gage solo vendió dos millones de unidades a escala global.