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Un pésimo ejemplo de los derechos digitales

Cuando el mundo digital tomó por asalto la música y todos aquellos contenidos culturales o académicos que pudiesen ponerse en ceros y unos, el mundo...

keurig
Cuando el mundo digital tomó por asalto la música y todos aquellos contenidos culturales o académicos que pudiesen ponerse en ceros y unos, el mundo cambió. De pronto la música, que solamente era accesible en discos, cobró vida en archivos digitales que la gente empezó a intercambiar. Y como esto pegó directamente en el modelo de negocios de las disqueras, empezaron a buscar una manera de contrarrestar a quienes compartían su música haciendo copias de sus contenidos mp3. Así nacieron los derechos digitales, los DRM.

Poco después se buscó que las películas en DVD o CD no pudiesen ser copiadas fácilmente por cualquiera, y esto mismo pasó con los discos que contenían juegos para algunas consolas. Siempre había quien se brincaba estos DRM y copiaba la película de moda o el juego que recién acababa de salir al mercado. Por ende, se buscaron más trabas para quienes copiaban indiscriminadamente los contenidos digitales. Hubo quien hizo que sus DVD o CD fuesen negros, y puso hardware en  las consolas de juegos de manera que si el disco donde residía el juego era con capa de espejo, como los que usamos cotidianamente, el sistema decía que no era el juego original y la consola se negaba a cargarlo. Pero enseguida hubo quien consiguió comprar discos negros y asunto arreglado.

La batalla de los DRM está perdida, pero es difícil ir contra la inercia de tantos años en un sinfín de negocios. Por ejemplo, las empresas que hacen impresoras modernas laser y de inyección de tinta no viven de sus ventas, sino de la venta de los cartuchos, de los consumibles. En ocasiones, para una impresora laser de color de HP, la compra de los cuatro tóner de color  es tan cara como comprarse una impresora nueva. Sin embargo, HP no vende las impresoras nuevas con cuatro tóner totalmente llenos. De hecho, están a la mitad. Negocio es negocio. Los cartuchos de impresoras son en alguna medida difíciles de copiar, pues son moldes muy específicos que se usan y que no es fácil de producir. Entonces los piratas lo que hicieron es ver cómo rellenar los cartuchos. Obviamente HP y cualquier fabricante de impresoras nos dirá que rellenar los cartuchos hace que el tiempo de vida de la impresora disminuya considerablemente. Es una mentira parecida a la que nos decían cuando reproducíamos un disco de música de manera poco legal, indicando que nuestros reproductores se podrían dañar.

Pues bien, esta idea de los consumibles llegó también a las cafeteras modernas, que tienen cápsulas con diferentes tipos de café, las cuales se compran aparte. De hecho, hace unos meses vi una promoción de la cafetera Dolce Gusto, la cual la regalaban en la compra de diez cajas de cápsulas con diferentes tipos de cafés, tés y otras bebidas que se pueden hacer con este procedimiento. Vamos, la cafetera la regalan porque quien se hace de uno de estos dispositivos tiene finalmente que seguir comprando las cápsulas. El negocio es pues, los consumibles.

Una empresa que hace cafeteras de este tipo en Estados Unidos es Keurig, quien ha implementado un tipo de cápsulas que solamente sus cafeteras pueden usar. Esto es algo así como DRM para las cápsulas de café. En las últimas versiones el sistema de DRM de Keurig se implementó un lector integrado que en su cabezal que lee la tapa de la cápsula para detectar que es la correcta. Así, si uno compraba cápsulas de “café genérico”, pues simplemente no funcionaban.

La idea debe haber sido aplaudida por los directivos de la empresa, pero según CNN, Keurig ha perdido el 23% de su valor en la bolsa en el último trimestre, indicando que a la gente esta restricción DRM en sus cápsulas no le gusta y por ende, prefieren hacerse de otra marca. Si a esto le añadimos un nuevo componente: la crítica que se hace de productos y libros por parte de los usuarios en sitios como Amazon, han hecho que las cafeteras mencionadas sean cada vez más impopulares. Las reseñas indican que las cafeteras son buenas, pero la restricción de las cápsulas es ridícula. Claro, ridícula para los clientes pero no para la empresa que quieren vivir del modelo de los consumibles.

Aparentemente Keurig volverá a vender las cápsulas que permiten usar tu propio café molido debido a las quejas de sus clientes. Este es un interesante ejemplo de la mala idea que es los DRM en realidad.

Referencias:

Wired

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