Uno de los matemáticos más importantes de la historia falleció el sábado en la noche, junto con su mujer, en un accidente automovilístico en Nueva Jersey. Según reportes de la policía local, ambos viajaban en un taxi cuando éste se estrelló intentando adelantar a otro vehículo. Nash tenía 86 años y su mujer 82. Un desafortunado evento sin duda.

John Nash fue conocido por la mayoría gracias a la película donde se narra su biografía, “Una Mente Brillante”, protagonizada por Russell Crowe. Un hombre de un talento extraordinario, al que se le diagnosticó esquizofrenia, era experto en teoría de juegos y ecuaciones diferenciales parciales, al cual se le otorgó el Premio Nobel de Economía en 1994 junto a Reinhard Selten y John Harsanyi.

Nash acababa de recibir el Premio Abel de la Academia de Noruega de Ciencias y Letras, el cual es considerado el Nobel de las Matemáticas. Las aportaciones del matemático a las ecuaciones no lineales en derivadas parciales han tenido gran repercusión en campos como la química o la mecánica cuántica, e incluso la biología

En su época de estudiante Nash ganó una beca en el concurso George Westinghouse. En junio de 1945 entró en Carnegie Mellon para estudiar ingeniería química, pero fue su profesor quién, dándose cuenta de su habilidad para las matemáticas, lo convenció para que se especializara en ellas. Tres años más tarde aceptó una beca de la Universidad de Princeton para el doctorado de matemáticas. La carta de recomendación contenía una única línea: «Este hombre es un genio«.

Poco antes de cumplir los 30 años le fue diagnosticada la esquizofrenia contra la que luchó hasta el día de su muerte, incluso promoviendo actividades benéficas, junto a su mujer, para dar a conocer la realidad de esta enfermedad. De hecho, el propio Nash indica que la película basada en su vida se da algunas licencias, pero que sin duda ha ayudado a que la gente entienda mejor este mal.

Nash pasó meses en hospitales psiquiátricos siendo tratado de las alucinaciones que tenía, hasta que de pronto decidió resolver él mismo el problema empezando por reconocer que esas supuestas personas que le hablaban en su cabeza eran parte precisamente de estas alucinaciones. Aprendió él mismo a ignorarlas.

El mundo pierde un matemático excepcional en un accidente inesperado.

Referencias:

Huffington Post