Sin importar la preferencia política, todos utilizamos esta disciplina en cada momento de nuestras vidas. Debido a la creciente antipatía que las generaciones más jóvenes tienen ante las cadenas televisivas predominantes, internet ha surgido como una especie de ‘canal alternativo’ que se ha sabido colocar en la preferencia de este sector. Su papel ha pasado de ser una simple herramienta de conexión entre computadoras a una forma de mantener a la población informada, participativa y activa. Esta es la evolución de internet en la vida política de una nación.

Las redes sociales han sido plataformas en las que muchos políticos, grupos, y organizaciones se comunican con la gente. Esta exposición a la retroalimentación inmediata ha deformado las estrategias que las compañías utilizaban para persuadir a un individuo de favorecerlas con su preferencia. No obstante, esto también ha generado cierta disposición a ‘sólo hacerle caso a internet y al contenido creado por el usuario’, lo que ha causado desinformación y apatía en repetidas ocasiones.

YouTube, la red social de videos tuvo la iniciativa en 2007 de transmitir en vivo los debates a las candidaturas presidenciales de Estados Unidos. Este evento catapultó la fama de algunos de los contendientes y echó luz sobre el impacto que puede tener un ‘inofensivo’ sitio dónde se comparten videos para un importante sector de la población políticamente activa, inclinando la balanza hacia uno u otro competidor.

Con la exposición desplegada en las redes sociales durante las contiendas presidenciales entre Barack Obama y Hillary Clinton en 2008, el mundo se percató de que la forma de hacer política había cambiado y que las plataformas electorales se estaban moviendo de las calles, a las redes sociales llenas de ávidos espectadores en buscas de respuestas rápidas y contundentes. La inteligente estrategia mediática de Obama, misma que se concentró en el poder de internet, catapultó a este candidato a la silla presidencial cómo nunca se había visto en la historia de otro político.

En otros despliegues del poder de las redes sociales, hemos visto que internet ha otorgado un poder que, en apariencia, solía estar restringido a los actores políticos del momento. Sin embargo, con la ayuda y efectividad de las redes sociales, se han visto cambios significativos en los procesos de movilización ciudadana que, en algunos casos, culminaron en cambios bruscos de las cúpulas del poder, como Siria, Libia, Egipto, Grecia, España y Francia.

México también ha sentido el poder de la participación online o, en otras palabras, el slacktivismo. Con diferentes trending topics e intercambios de información que informan —y confunden— al electorado en el siguiente periodo de elecciones presidenciales, la ola de repentino interés en la vida política de nuestro país ha culminado en la transmisión del debate presidencial que tuvo lugar ayer 6 de mayo.

YouTube también participó en el frenesí electoral al ofrecer su canal como una alternativa más para todos los interesados en las propuestas de los candidatos a la presidencia mexicana. Desde el portal del Instituto Federal Electoral (IFE), millones de personas que optaron por no ver las transmisiones a través de las cadenas televisivas imperantes, pudieron escuchar y apreciar con lujo de detalle cada instante de esta contienda política.

El mundo online permea cada vez más aspectos de nuestra vida. Una audiencia cada vez más joven —y menos  crédula— se interesa por problemas a los que niños de generaciones anteriores no les tenían importancia. La libertad de expresión ha tomado otra dimensión al enfrentarse a un mundo totalmente libre de ataduras que no se somete al escrutinio de ningún gobierno, organización o ideología.

Una cosa es segura: el internet nos ha dado armas para informarnos de una manera más abierta y cultivar un interés genuino por lo que pase en nuestra sociedad. La información corre libremente de país a país, de región a región, para despertar conciencias que, hasta ahora, habían estado limitadas por cercos televisivos, censuras u olas de desinformación fomentadas por los sistemas de gobierno de uno u otro país. Definitivamente, no se puede tomar la Bastilla por internet, pero sí se puede sembrar una semilla en la conciencia de la gente.

La pugna no es por el electorado en las calles, es por las mentes que se encuentran inmersas en el mundo cibernético. Ahora, los políticos deben luchar contra inmensas cantidades de información por los corazones y mentes del electorado. Una situación que ha forzado a la política mundial a evolucionar a la par de una audiencia cada vez más informada y preparada.