Ticketmaster y Corona Capital están en boca de todos luego de que la influencer identificada como Miroslava Valdovinos (@CigarrosDeMiel) fuera señalada de revender a sobreprecios mediante plataformas online cerca de 100 boletos para el reconocido evento musical.

El asunto no es menor. La llamada «influencer» comenzó a ofertar 108 boletos desde sus cuentas en redes sociales para el Corona Capital en precios que iban de los 3 mil 600 a los 9 mil 800 pesos, los cuales podían ser adquiridos por los interesados en tres parcialidades.

¿Fila virtual? la ocurrencia de Ticketmaster que desató miles de críticas en redes

La polémica no se hizo esperar. ¿Cómo fue que consiguió tantos boletos si existe un limite de compra por usuario en Ticktmaster? ¿Esta práctica es legal?¿Qué garantías tienen quienes cayeron en lo que ahora es considerado como una estafa?

Muchas de estas dudas aún no encuentran solución. La mujer en cuestión afirmó que los boletos le fueron «facilitados» por los organizadores del festival. No obstante, Corona Capital se deslindó de cualquier responsabilidad:

Misma línea siguió Ticketmaster hizo lo propio asegurando que se encuentra investigando el caso en busca de que las autoridades sancionen estas prácticas:

La «legalidad» online

Más allá de que esta situación causó el enojo de miles de personas, lo realmente importante está en las garantías legales alrededor del tema para los usuarios. Y es que aunque la reventa física está penada por ley, cuando esta actividad se lleva a cabo en el terreno online no existe un recurso legal que la castigue. En otras palabras, podría considerarse como legal.

En la Ciudad de México, la Ley de Cultura Cívica indica que la reventa física de boletos se castiga con 25 a 36 horas de arresto, y una multa de 30 días de salario mínimo. Sin embargo, la reventa online tiene una brecha en términos de legalidad.

Existen empresas como StubHub que con la aprobación de la Autoridad de Competencia de Mercados (CMA) se dedican a la venta de boletos en lo que se conoce como «mercado secundario», el cual hace referencia a las entradas que no pueden ser vendidos en primera instancia, llegan a su poder y son revendidos vía online para mejorar el alcance.

Este tipo de servicios entregan ciertas garantías a los usuarios para evitar situaciones de extorsiones, robos o falsificaciones. No obstante, gran parte de la reventa online ahora mismo se lleva a cabo mediante plataformas como WhatsApp, Twitter o Facebook, en donde la autoridad parece no tener injerencia.

Ticketmaster y sus propias reglas

A esto se suma el hecho de la manera en la que opera Ticketmaster en México. A pesar de ser la empresa vendedora de boletos online más grande de México, no está necesariamente supervisada por la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) o la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).

Como lo indican desde El CEO, «a lo largo de varios años, la boletera ha establecido sus propias reglas de compra y cobro de cargos, sin que hasta la fecha haya una investigación sobre sus prácticas, ni tampoco algún mecanismo de conciliación digital».

Muchas son las dudas que ahora quedan, pero lo único que puede afirmarse es que las garantías para los usuarios si bien no son nulas, son escasas por lo que la recomendación sigue siendo comprar boletos mediante vías directas habilitadas por los propios organizadores de cada evento.