Si entraste a esta nota es porque eres tecnorruco y a mucha honra, y porque seguramente tienes ideas definidas acerca de Betamax y VHS. Después de todo, ambos son formatos con los que creciste.

Una creencia popular es que VHS fue la generación que siguió a Betamax, de la misma manera en que el PlayStation 1 fue sucedido por el PlayStation 2, pero lo cierto es que ambos formatos de video son contemporáneos y estuvieron envueltos en lo que se denominó “guerra de formatos de videocintas”.

Betamax, de Sony, salió en 1975, mientras que VHS, de JVC, salió en 1976. Entre ambos hay un año de diferencia que en realidad es irrelevante, pues la generación de formatos es la misma y la competencia en el mercado fue cardíaca.

A mediados de los 70 los avances tecnológicos hicieron posible que las familias tuvieran videograbadora (o VCR -video cassette recorder) para ver películas en casa y grabar contenidos –video casero, pues- y distintas compañías, como Philips, Avco y Sanyo, propusieron sus propias plataformas para el uso de videocintas.

Dentro de estas compañías sobresalió Sony, quien planteó a su Betamax como un formato estandarizado de cassettes de 15.6 × 9.6 × 2.5 cm y resolución de 250 líneas horizontales que ciertamente se adueñó del mercado durante un tiempo.

Pero después llegó JVC con su VHS, un formato de cassettes de 18.7 × 10.2 × 2.5 cm y resolución de 240 líneas horizontales, es decir, características inferiores a las de Betamax.

Solo que a diferencia de Sony, JVC apostó no por ofrecerle la mejor calidad al consumidor, sino todo aquello que facilitara sus posibilidades de entretenimiento, a un costo más bajo.

Sí, los cassettes de Betamax tenían una resolución superior y el diseño era más elegante, pero lo cierto es que en ellos solo se podía grabar una hora de contenido, mientras que VHS ofreció la posibilidad de grabar primero dos horas, luego tres y después hasta cuatro, desde luego con una calidad inferior a la de Betamax, pero insisitimos, todo a un costo más bajo.

Para los consumidores de la época los temas como la resolución y la calidad del audio eran irrelevantes y por ello VHS se erigió como el ganador de la “guerra de formatos de videocintas”, sin que su inferioridad técnica fuera un punto a considerar.