Por temas de regionalización, cuando los cómics llegaban a ciertos países había procesos que aprovechaban las licencias para hacer modificaciones o proponer historias que respondieran a los contextos culturales o preferencias de cada nación.

Esta regionalización podía llegar en la forma de cambios en los nombres de los superhéroes y villanos estelares (Batman se llamaba Läderlappen en Suiza; Galactus era Alberto el hambriento en España; Wolverine obviamente es Lobezno en ese mismo país), o en la creación de argumentos que nada tenían que ver con el canon guardado por las editoriales de origen.

El cameo de Stan Lee en ‘Spider-Man: Into the Spider-Verse’ que absolutamente nadie vio

Toma como ejemplo lo que sucedió en México con Spider-Man durante los 70.

De acuerdo con un tuit del usuario @comickeys y luego confirmada por Mark Millar (cocreador de Kick-Ass y Kingsman), Editorial La Prensa asumió que los lectores mexicanos no estarían de acuerdo con la muerte de Gwen Stacy y que por ello dejarían de comprar el cómic del arácnido.

Spider-Man era uno de los títulos mejor posicionados en el país en ese momento y, ante el temor de la caída en ventas, La Prensa aprovechó la licencia otorgada por Marvel y creó 45 números completamente originales situados después de Spider-Man #119, en los que Stacy aún seguía viva.

Por ejemplo, este es el número en que Stacy y Peter Parker se casan:

Un reportaje de Código Espagueti atribuye el guion de la mayoría de estas historias mexicanas a Raúl Martínez y los trazos al dibujante José Luis Durán.

Es un dato curioso, pues el trazo de Durán era de un perfil más atrevido en las mujeres, lo que en ese momento no habría tenido lugar en Estados Unidos dadas las regulaciones de la Comics Code Authority.

Uno de los apuntes del tuit que puso el tema en el ojo público, es que Marvel debería compilar estas historias oficiales (después de todo, hay licencia de por medio), pero situadas fuera del canon de la editorial misma.

Es una gran idea. Una gran, gran idea.