El físico Freeman Dyson murió el 28 de febrero de 2020. Dyson se hizo famoso por atacar problemas de la teoría atómica no resueltos en su momento y por exponer algunas ideas muy ingeniosas que parecen ir más allá de lo bizarro.

Brillante e ingenioso

Habiendo terminado la carrera de física, Dyson halló la solución a un problema de la electrodinámica cuántica que había sido irresoluble, incluso por físicos de primerísimo nivel, como Richard Feynmann y Hans Bethe.  

Por otra parte, en algún momento sugirió la idea de que los seres humanos podrían manipular genéticamente los árboles para crecer estos en cometas, con la ideas de dar nuevo hábitats para humanos también modificados genéticamente.

Como uno de los físicos más sobresalientes del planeta, Dyson propuso la solución final a la crisis energética: Una civilización lo suficientemente avanzada podría -decía- tomar todos los planetas y asteroides no usados para formar una concha gigantesca alrededor de una estrella padre, la que explotaría por radiación.

Con este tipo de ideas Dyson se volvería uno de los científicos más queridos por la comunidad de la ciencia ficción. En este sentido, la primera conjetura se llama «el árbol de Dyson» y la segunda, «la esfera de Dyson».

Una vida peculiar

Freeman Dyson nació en Corwthorne, Berkshire, Reino Unido. Su padre fue George Dyson, un músico y compositor. Su madre, Mildred Atkey, era abogada. El joven Dyson reportó que el momento más feliz en su infancia fue en Winchester College, donde trabajó de 6 am a 10 pm, en los 700 problemas del libro de Piaggio de Ecuaciones Diferenciales.

«Yo quería hablar el lenguaje de Einstein», dijo en 1979 y agregó: «Amaba las matemáticas y nada más importaba».

La Segunda Guerra Mundial tratocó a todo el planeta y Dyson también la padeció en su país natal. Cuando terminó ésta, fue a Nueva York, a la Universidad de Cornell, para empezar su investigación en física bajo la batuta de Beth, uno de los del equipo de Los Alamos, donde se confeccionó la bomba atómica.

Para 1947, el reto era ya menos bélico. Se buscaba una teoría que describiera cómo los átomos y electrones se comportaban cuando emitían o absorbían luz.  Esto fue el fundamento de lo que se le llamó la electrodinámica cuántica, que fue propuesta por el científico británico Paul Dirac, entre otros gigantes de la física.

El siguiente paso fue calcular el comportamiento dentro de un átomo. Usando diferentes enfoques, con Julian Schwinger, Feynam llegó a soluciones convincentes, pero sus resultados tenían inconsistencias.

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Idea premiada

Fue entonces que, mientras cruzaba Nebraska en autobús y leyendo a James Joyce y la biografía de Pandit Nehru, el joven Dyson resolvió el trabajo de los dos hombtes y los ayudó a ganar el Premio Nobel de 1965.

«En ese momento no tenía papel y lápiz, pero todo estaba tan claro que no necesitaba incluso escribirlo», comentó.

Un par de días después, se mudó -para el resto de su vida- al Instituto de Estudios Avanzados en Princeton, hogar de Albert Einstein y Robert Oppenheimer, el denominado padre de la bomba atómica.

Había pasado exactamente un año desde que había dejado Inglaterra para aprender física de los estadounidenses.

Y ahora, un año después, estaba caminando hacia el instituto una clara mañana de septiembre, para enseñarle al gran Oppenheimer cómo hacer física. Toda esta situación era totalmente absurda para ser increíble», escribió Dyson.

Entonces Dyson se dedicó a escribir artículos sobre la resolución de los problemas en la eledtrodinámica cuántica. No compartió el Premio Nobel con chwinger y Feynman pero no se quejó:

«No estaba inventando una nueva física», comentó. «Solamente clarifiqué las cosas para que otros pudiesen ver la gran imagen que teníamos enfrente».

Dyson trabajó duramente en problemas teóricos de la física y las matemática e incluso en esta última disciplina, tiene una herramienta llamada «las series Dyson» y otra llamada «la transformada de Dyson».

Ideas fuera de este mundo

El físico británico siempre fue respetado en todas partes del planeta. Se hizo estadounidense y trabajó en el proyecto orión, uno de los más ambiciosos de la aventura espacial de los Estados Unidos. Orión era una enorme nave que tendría capacidad para meter 200 científicos e ingeniros, que funcionaría con energía nuclear.

De acuerdo a los cálculos de Dyson, usando tecnología de bombas atómicas, se podría lograr un empuje que llevase la nave a Marte en dos semanas, o llegar a Saturno para explorar sus lunas y regresar a la Tierra en menos de siete meses. Ls naves espaciales modernas usan combustibles químicos y tardan 12 meses en llegar a Marte y más de siete años para llegar a Saturno, a todo esto.

Pero sus intereses atacaban toda clase de problemas. En 1972, un año antes del primer experimento para manipular el ADN, Dyson bosquejó en una conferencia en Birkbeck College, en Londres, su visión de la ingeniería biológica. Predijo que cierta clase de microbios podría alterar minerales, neutralizar tóxinas y lipiar la basura plástica y la radioactiva.

Entonces propuso que los cometas podrían ser guarderías para árboles alterados genéticamente, que podrían crecer sin necesidad de la gravedad, lo que daría como resultado gigantscos árboles de cientos de millas, que podrían liberar oxígeno para sostener la vida humana.

«Visto desde fuera, el cometa se vería como una pequeña papa, que tiene un creciiento enorme de un follaje», declaró.

Un científico honesto

Como un físico muy responsable, Dyson mostraba siempre una honestidad que literalmente desarmaba, pues admitía que podría estar equivocado, pero indicaba que era mejor equivocarse a ser ambigüo y mucho más divertido ser contradictorio que ser ignorado. Dyson era un pacifista y entendía la fascinación sobre las armas nucleares.

También tenía su propia opinión por el cambio climático «el cual ha sido demasiado exagerado». Por otra parte, tenía poca paciencia con los físicos que estaban convencidos dr la consecuencia de los cambios azarosos ciegos.

«Mientras más examino al universo y los detalles de su arquitectura, encuentro más evidencia de que el universo en algún sentido sabe hacia dónde vamos», dijo alguna vez.

Su mentor en Cambridge, el matemático GH Hardy, le comentó: «Los jóvenes deben demostrar teoremas, los viejos escribir los libros».

Dyson escribió «Disturbando el Universo», «Infinito en todas direcciones» (1988) y «Mundos Imaginarios» (1997). En el año 2000 se le concedió el Premio Templeton, que vale más que el Nobel, que se otorga anualmente por el progreso a partir de descubrimientos y realidades espirituales.

Dyson era un ensayista frecuente. Publicó un ensayo sobre la Teoría de Juegos n la cooperación humana y en la evolución darwiniana.

A Dyson le sobreviven su segunda esposa Imme nee Jung, con quien se casó en 1958 y sus cuatro hijas Dorothy, Emily, Mia y Rebecca; además de un hijo, George y una hija, Esther, de su primer matrimonio (con Verena Huber), que terminó en divorcio.

También le sobreviven una hija adoptiva Katarina y 16 nietos. Freeman Dyson, matemático y físico, el cual incluso nunca recibió formalmente un doctorado, nació el 15 de diciembre de 1923 y murió el 28 de febrero del 2020. Descanse en paz.