Hablar de Little Nightmares no es necesariamente fácil, pues mientras desde el punto de vista de mecánicas basta con decir que se trata de un platformer de horror con énfasis en la resolución de puzzles y en esconderse, y en el que además no hay combate, desde la perspectiva narrativa chocamos contra un muro en el que más bien todo se deja a la interpretación de los usuarios a partir de lo que van percibiendo a lo largo de la aventura.

Desarrollado por Tarsier Studios, publicado por Bandai Namco y lanzado en 2017, el primer Little Nightmares nos puso en los zapatos de Six, una niña en impermeable amarillo que despierta al interior de un navío habitado por seres grotescos y gigantescos. Sin arrojar datos directos sobre el contexto o la trama, el juego lleva a los usuarios a través de momentos inquietantes en donde la paciencia y la observación son clave, y de los que se desprenden elementos que se complementan con algunas secuencias cinemáticas para que cada quien arme en su cabeza qué demonios sucede en el mundo que se plantea.

Temáticas como privilegios y hambruna se pueden sustraer de esa primera aventura y ahora, casi cuatro años después, Tarsier y Bandai Namco están de regreso con Little Nightmares 2, una secuela que sigue ese mismo eje de misterio en el que jamás se explica qué está pasando y en el que las conexiones y teorías quedan a cuenta de los usuarios, todo envuelto en un espeluznante halo capaz de evocar nuestras temores más arraigados de la infancia.

En esta entrega, los jugadores se ponen al mando de Mono, un niño cuyo rostro está cubierto con una bolsa de papel, quien despierta en medio del bosque en lo que será el inicio de una travesía que lo llevará a través de varias locaciones de una ciudad en decadencia.

Desde los primeros minutos de esta jornada, Mono cruzará caminos con Six, la protagonista del anterior juego, y los dos se adentrarán en un mundo de pesadilla en el que la clave para salir adelante será pensar con estrategia cada desafío que encuentren y esconderse de los entes siniestros que estarán al acecho.

Similar a su antecesor, Little Nightmares 2 es un juego que apuesta por un modelo de menos es más. Aquí no hay controles complicados. En el entendido de que lo revisamos en PlayStation 4, Cuadro sirve para correr, Equis para brincar, L1 y L2 para agacharse y R1 y R2 para agarrar, lo que de hecho es uno de los fundamentos de la experiencia.

Agarrar engloba sujetarse a superficies escalables, recoger ítems del suelo, abrir cajas, cajones y baúles, activar interruptores, jalar o empujar estructuras y más, y considerando que este es un juego de resolución de puzzles, el progreso de la experiencia depende de la astucia de los usuarios de ver qué elemento del área en turno puede sujetarse, escalarse, recogerse, abrirse, jalarse o empujarse para llegar a la siguiente sección.

Es una mecánica de juego sencilla, pero lo suficientemente bien pensada como para que los jugadores se queden atorados descifrando la clave del escenario para seguir adelante. Bajo esta lógica, Little Nightmares 2 se distingue de su antecesor por la incorporación de un acompañante controlado por la inteligencia artificial, lo que le da variedad al funcionamiento de las mecánicas centrales.

Hablamos de que en varias secciones la resolución de puzzles depende de la dinámica cooperativa entre Mono y Six, esta última controlada enteramente por la inteligencia artificial, en adición a que si los usuarios no saben a dónde dirigirse en ciertas secciones, la clave podría estar en poner atención a lo que sea que esté haciendo Six.

Por otro lado está el elemento de sigilo, que no debe entenderse bajo la concepción del género stealth, sino como la necesidad de esconderse y escabullirse para sortear a los habitantes de este aterrador mundo que son imposibles de vencer.

Si en el primer Little Nightmares estaban figuras como la del conserje o los chefs, en esta entrega hay otras como el cazador o la maestra, de quienes hay que ocultarse usando a favor los elementos del escenario y observando sus patrones de movimiento para saber en qué momento es seguro avanzar.

Pero a diferencia del primer Little Nightmares, para esta secuela Tarsier Studios implementó una ligera mecánica de combate con la que Mono podrá defenderse en ciertos momentos en los que no hay posibilidad de seguir adelante si no es enfrentando directamente a personajes que están, literal, a la altura de los protagonistas.

No es una mecánica gratuita, pues más allá de que solo es habilitada en contadas ocasiones, está diseñada para resaltar el hecho de que el mundo es peligroso para los diminutos protagonistas, dos niños que apenas pueden arrastrar un tubo para defenderse asestando golpes carentes de contundencia y dirección.

O quizá eso es lo que nosotros estamos interpretando, porque recordemos que el juego motiva a los usuarios a elaborar sus propias respuestas -y preguntas- a partir de las situaciones y eventos que se van presentando.

Eso nos lleva a hablar del mundo, el aspecto más fascinante del juego. Desde luego una primera aproximación sería destacar que la apariencia de Little Nightmares 2 es lúgubre, pero sin soltarse de un ángulo infantil, algo así como lo que resultaría si tomáramos el imaginario del primer y más eficaz Tim Burton, y se le potenciaran sus elementos tétricos.

Algo más elaborado sería decir que la apariencia de Little Nightmares 2 está evidentemente inspirada en los cuentos de hadas, en el expresionismo alemán, en la obra de Fernando Botero e incluso en el trabajo de Studio Ghibli y en filmes como La ciudad de los niños perdidos, como la misma Tarsier Studios ha declarado con respecto al primer juego.

Pero lo correcto y más amplio sería decir que el mundo de Little Nightmares 2 y su aspecto son un personaje en sí mismo, en donde, a falta de explicaciones directas solo resta quedarse con lo que aparentemente es una existencia en la que los adultos son entes corrompidos, sometiéndose al poder de la televisión o conduciéndose como figuras de autoridad que recurren al miedo como arma de manipulación.

Tal como sucedió con la anterior entrega, Tarcier Studios nuevamente usa esta secuela para evocar los miedos que teníamos cuando éramos niños. Si en la primera parte estos podían interpretarse como el temor a estar solos o a ser desprovistos de una infancia por un mundo adulto rapaz dispuesto a alimentarse de la juventud, en este segundo juego los miedos son más obvios, pues van desde la experiencia en el salón de clases y el horror intrínseco a los hospitales, hasta la enajenación de los adultos por el consumo televisivo.

De hecho, la televisión es el elemento central de lo que creemos que el juego quiere decir. No solo Mono inicia su campaña despertando al lado de un televisor que estaba encendido, sino que a lo largo de la aventura es claro que este aparato es retratado como vínculo hacia un mundo de pesadilla que a su vez se relaciona con la transición hacia la experiencia adulta.

O quizá con Little Nightmares 2 Tarsier Studios simplemente está inspirándose en Videodrome de David Cronenberg, filme en el que la tecnología es vista como percepción de realidad y nueva carne, y en el que la televisión es retratada como el medio de la experiencia humana futura a través del cual se ejerce control mental.

Lo que sea que el juego quiera decir, un hecho es que sus puzzles y escenarios rinden para algunos de los momentos más ingeniosos de la memoria reciente en juegos de horror.

Little Nightmares 2 no apuesta por el jump scare ni por provocar que el usuario esté agobiado ante la necesidad de sobrevivir, pues si muere simplemente iniciará en el último checkpoint teniendo una idea más clara de cómo pasar el puzzle en turno. Tampoco quiere que el jugador se quede congelado ante horrores que le impidan proseguir.

Lo que quiere es que la atmósfera sea constante y familiar, que cualquiera se identifique con el miedo a los maniquís, a la oscuridad, a los hospitales, incluso a ser bulleado, aquello que estaba presente en la niñez y que le sirve a Tarsier para construir enormes, enormes momentos, como aquel que involucra atravesar una sección llena de pacientes de madera que se mueven cuando no hay luz y en la que el sonido es parte activa de la experiencia.

Esto nos lleva a adentrarnos en el apartado técnico del juego. Little Nightmares 2 es otra muestra de que cuando una propuesta se decide por un estilo gráfico que no pretende apegarse al realismo, tiene más oportunidades de seguir viéndose bien con el paso de los años. Creado con Unreal Engine 4, el juego es un deleite visual en el que prácticamente cualquier sección es digna de admirarse como si se tratara de una pintura.

Los claroscuros, las secuencias a contraluz, la proyección de sombras, la paleta de colores deslavados y las texturas y acabados de los escenarios son impecables, y jamás pretenden salirse de un marco, primero, de cuento oscuro y, conforme progresa la aventura, de surrealismo.

Por lo que hace a diseño de audio y banda sonora, estamos ante una maravilla que debe vivirse con un buen sistema de sonido o con los mejores audífonos posibles. A pesar de que por su perspectiva híbrida entre 2D y 3D el juego podría no prestar tanta atención a la distribución del audio, lo que Tarsier ha entregado es un envolvente hipnotizante, con una riqueza en su producción para que cada sonido tenga cuerpo, sea escandaloso o tenue, sea para aumentar la sensación de temor o para descifrar un puzzle que requiere poner atención al sonido.

Y la banda sonora se cuece aparte, la primera gran banda sonora de lo que llevamos de 2021, obra del sueco Tobias Lilja, músico electrónico y ambiental que desde 2003 ha lanzado álbumes en solitario y quien se ha encargado de que la franquicia Little Nightmares musicalmente suene a cuento de hadas y a pesadilla.

Nos encantaría decir que Little Nightmares 2 es perfecto, pero no es así, pues la movilidad tiene aspectos que pueden llegar a ser frustrantes. Bajo la lógica de que es imperativo activar el botón de agarrar para ver qué se puede tomar o manipular, hay veces en los que el juego no detecta correctamente qué es lo que se quiere hacer, y a eso hay que sumar que hay momentos en los que el platforming es exigente, cuando la perspectiva no está hecha para ese fin.

Y todavía hay que incluir todos esos momentos en los que Mono se queda atorado en algún elemento del escenario.

No obstante los problemas de movilidad, Little Nightmares 2 es un estupendo juego, ampliamente recomendable para quien quiera disfrutar una propuesta de horror que se sale de los lugares comunes para recordarnos a qué le teníamos miedo en la niñez. Es una aventura corta, de apenas un puñado de horas de duración, pero que en razón de sus coleccionables, su mundo, sus visuales, su audio y música o simplemente para fabricarse más teorías en la cabeza sobre lo que sucede a nivel argumento, invita a pasarse una y otra vez, así como sucedía con los juegos breves de antes.

Calificación: 9.0/10
Little Nightmares II
Año: 2021
Desarrollador: Tarsier Studios
Publisher: Bandai Namco
Versión revisada: PlayStation 4
También disponible: Xbox One, Nintendo Switch y PC. Más adelante en el año llegará la versión optimizada para PlayStation 5 y Xbox Series X y S