Quizás usted, lector de unocero, haya recibido un mensaje de correo que califica como urgente. Lo manda el primo del astronauta nigeriano y Mayor de la Fuerza Aérea. Bacha Tunde. El mensaje dice esto en pocas palabras: “Soy el Dr. Bakare Tunde, primo del astronauta nigeriano Abacha Tunde. Él fue el primer africano en el espacio cuando hizo un vuelo secreto a la estación espacial Salyut 6, en 1979”. El texto indica otras misiones y termina diciendo que está en la estación Salyut8T desde hace 14 años. Ya quiere regresar a la Tierra (pero conserva el buen humor).

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Se supone que en estos 14 años ha acumulado los pagos por sus servicios e intereses y ya asciende a unos 15 millones de dólares estadounidenses. La carta entonces apela a que uno ayude para que esos fondos se destraben y puedan usarse 3 millones de dólares para pagar a las autoridades espaciales rusas y así ellos manden una nave para regresar al infortunado nigeriano.

Como en todos estos fraudes, usted, yo, el receptor de la carta, recibirá unos milloncitos por ayudar a que el banco libere los fondos. Porque no hay derecho tener a alguien en el espacio por 14 años… ¿o sí?

Como es de esperarse, esta es una versión con esteroides del mismo esquema fraudulento del conocido fraude nigeriano, también llamado fraude 419. Para quien aún no sepa cómo funciona, la idea va así: se le ofrecen millones por ayudar a sacar de un banco dinero. Puede ser de una hija cuyo padre fue asesinado por bad hombres o bien la anciana que está a punto de morir y quiere donar su fortuna a un desconocido por correo electrónico. Si uno acepta el asunto, para poderle depositar el dinero, tendrá que pagar una serie de gastos. Si paga esos gastos, que pueden ser hasta algunos miles de dólares, podrá sentarse a esperar le depositen porque ya lo habrán defraudado.

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La pregunta que surge es ¿por qué tiene éxito este fraude? Es simple: la naturaleza humana es predecible. Por ejemplo, si se le ofrece algo, una ganancia de algo, sin esfuerzo, seguramente lo considerará. Si se le ofrecen millones, su razonamiento se nublará y en ocasiones creerá lo que le están diciendo a pie juntillas. Parece ilógico que un extraño, alguien que no me conoce, quiera mandarme millones por prácticamente hacer nada. Es ridículo e insólito, pero curiosamente, la gente sigue cayendo en estos trucos, cada vez más burdos. Este del astronauta de plano se lleva el galardón al más ingenuo de los fraudes nigerianos por su historia del supuesto astronauta.