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Los zombies de la vida real

Con la ola zombie que se aproxima tras el estreno de la nueva película de Milla Jovovich, Resident Evil 5, y a unas semanas de que...

síndrome de Cotard

Con la ola zombie que se aproxima tras el estreno de la nueva película de Milla Jovovich, Resident Evil 5y a unas semanas de que salga a la venta el juego Resident Evil 6, quise traerles información de que aunque parezca inusual los zombies existen de verdad. Por una parte, tenemos el síndrome de Cotard también llamado síndrome del zombi, delirio de negación y alucinación nihilista y por otro al Zombie del Vúdu causado por una poderosa neurotoxina.

El síndrome del zombi se produce cuando una persona cree que ha muerto, que no existe, que su alma le ha abandonado, su cuerpo está pudriéndose, que ha perdido un órgano vital o toda la sangre. Según V.S. Ramachandran el síndrome de Cotard “es una enfermedad en la que un paciente afirma que está muerto, clamando que huele a carne podrida o que tiene gusanos deslizándose sobre su piel”.

Se ha relacionado con otros trastornos del sistema nervioso como la esquizofrenia, la depresión o el trastorno bipolar. Algunas personas con este síndrome pierden el contacto emocional con el mundo y pueden tener comportamientos suicidas porque al estar ‘muertos’ nada cambia si ponen en peligro su vida y se consideran inmortales.

Fue descrito por Jules Cotard, un neurólogo francés, en 1880. La primera paciente fue una mujer de 43 años que decía no tener “ni cerebro, ni tórax, ni entrañas, tan solo piel y huesos”.  Cotard concluyó que este trastorno era una variante de un estado depresivo exagerado mezclado con una melancolía ansiosa. Tras su descubrimiento, muchos médicos se referían a él como el ‘delirio de Cotard’.

Síndrome Zombie

Las personas con síndrome de Cotard tienen algunos cambios llamativos: se desconectan visualmente, no tienen memoria emocional de los objetos ni del mundo que les rodea. Se piensa que en el síndrome de Cotard intervienen distintos componentes cerebrales. Por un lado estaría la amígdala, que está asociada con las respuestas emocionales, con las secreciones hormonales, con las respuestas del sistema nervioso autónomo asociadas con el miedo, el estado de alerta, la excitación y el interés.

La amígdala y sus conexiones con el hipocampo intervienen en el aprendizaje, la memoria y las emociones. Estas dos partes del sistema límbico colaboran con el septo y los ganglios basales. Se dice que el sistema límbico sería el centro de control de las pequeñas cosas que dan sentido y satisfacción a la vida. La amígdala sería el guardián de las emociones, de nuestras respuestas asociadas a ellas y de nuestra razón preferida para estar vivos, la excitación, las cosas que nos hacen animarnos y estimularnos.

Los zombis tienen una imagen pública desastrosa. Su aspecto es bastante desagradable, andan con dificultad, los brazos extendidos y haciendo ruidos guturales. El significado de un zombi forma parte de la cultura vudú. La palabra probablemente viene del vocablo ‘nzambi’, que significa “espíritu de una persona muerta”. En realidad, los zombis supuestamente son humanos sin alma.

Vudu

En las ceremonias haitianas de vudú se utiliza un ‘polvo zombi’ que contiene una poderosa neurotoxina que bloquea las terminaciones nerviosas (la tetrodotoxina TTX) que aproximadamente es 1200 veces más potente que el cianuro y se encuentra principalmente en las vísceras como el hígado, gónadas de muchas especies de peces tetraodóntidos y diodóntidos, como el pez globo.

Su ingesta hace disminuir todas las constantes vitales, puesto que interfiere en la conductividad neuromuscular. Concretamente bloquea de una forma específica los canales de sodio en las membranas de las neuronas. De esta forma, en presencia de TTX las neuronas son incapaces de producir potenciales de acción y no pueden producir impulsos que permitan a los músculos contraerse.

Un ejemplo en el reino animal lo tenemos con las avispas, las cuales inyectan la toxina en los cerebros de sus presas para dejar después sus huevos en el abdomen. La inyección intracerebral hacen que la presa no se mueva (hipoquinesia) y cambie su metabolismo para almacenar más nutrientes. Todo ello, para que cuando las crías de la avispa nazcan tengan comida y devoren al insecto que, por cierto, está vivo durante todo esto, como una gran historia de terror.

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