Tras el rotundo fracaso de Batman vs Superman con la crítica y taquilla del globo, Warner Bros. hizo reestructuraciones bajo la idea de vigilar de cerca el desarrollo de las futuras producciones del entonces incipiente DC Extended Universe.

Suicide Squad fue la primera película que se estrenó con apego a esta nueva estrategia, pero el resultado fue tan accidentado como Batman vs Superman, lo que desató conversaciones en torno a que la injerencia del estudio era de tal magnitud que la visión de los directores a cargo de los proyectos quedaba reprimida.

Quizá atendiendo a la urgencia de darle a los cineastas completa libertad creativa o tal vez como estrategia para ganarse la confianza de la comunidad, Warner Bros. le abrió las puertas a James Gunn luego de que fuera despedido por Disney tras un escándalo de redes sociales y le encomendó crear una secuela de Suicide Squad, labor que se antojaba natural considerando el pasado del director con Guardians of the Galaxy.

La sospecha entonces fue que esta secuela sería solo un Guardians of the Galaxy habitada por personajes de DC Comics, pero afortunadamente estamos ante una obra arriesgada que quizá sea la mejor película de todo el DC Extended Universe.

Amanda Waller (Viola Davis) tiene una nueva misión de alto riesgo en manos y, al igual que en la primera cinta, estima que lo mejor es reunir a varios supervillanos, ofrecerles reducciones de condena (o chantajearlos) y conformar la Task Force X, apodada Escuadrón Suicida, para llevarla a cabo.

Algunos integrantes del primer Escuadrón Suicida, como Harley Quinn (Margot Robbie), están de regreso y se unirán a otros personajes como Bloodsport (Idris Elba), Peacemaker (John Cena), King Shark (voz de Sylvester Stallone) y Ratcatcher 2 (Daniela Melchior) para adentrarse en una isla y cumplir con la misión, y sobre la marcha se darán cuenta de que la amenaza va más allá de lo que se les planteó en un inicio.

Para apreciar mejor The Suicide Squad hay que considerar los orígenes de James Gunn, un cineasta que encontró éxito internacional tras escribir y dirigir las dos entregas de Guardians of the Galaxy (y próximamente la tercera), pero que salió de las filas de la productora independiente Troma, hogar de filmes estrambóticos y de bajo presupuesto como The Toxic Avenger, Class of Nuke ‘Em High y Poultrygeist: Night of the Chicken Dead.

Tuvo la oportunidad de llevar su gusto por el horror y la sangre a las grandes ligas de Hollywood y escribió el guion del remake de Dawn of the Dead que dirigió Zack Snyder, y fue en 2006 que estrenó Slither, su debut en la silla de director y un homenaje al cine de zombies y extraterrestres de los 70 y 80 que le apasiona.

The Suicide Squad es el regreso de Gunn al cine salpicado de sangre y humor, envuelto en vísceras y en el que personas y monstruos conviven, ahora al amparo de una propiedad de DC comics con la que tuvo carta abierta para hacer lo que quisiera -algo que él mismo ha confirmado una y otra vez y que es evidente desde los primeros minutos.

Póster oficial de la película. (Foto: Warner Bros.)

Gunn propone un soft reboot a Suicide Squad, pero se asegura de darle puntos de identidad a la audiencia a través de personajes que ya conoce como Quinn, Waller y Rick Flag (Joel Kinnaman) para llevarla a una transición en la que, a pesar de la cantidad de acción en pantalla, haya una debida construcción de protagónicos.

Es imposible no hacer un ejercicio comparativo entre las dos Suicide Squad. El filme de David Ayer -desafortunadamente intervenido por Warner Bros.– asumió que la audiencia no necesitaba conocer a los personajes y optó por fichas de presentación o líneas carentes de sentido, como la infame “This is Katana” que fue motivo de burlas en Internet. De manera opuesta, Gunn se las ingenia para introducir a un número importante de personajes, enfocándose en aquellos cuyo vínculo con el espectador es esencial para retener interés y lograr fluidez en la narrativa.

Sin sacrificar ritmo ni tono, la película expone a través de flashbacks los aspectos más relevantes de sus personajes centrales, dejando sueltos aquellos cabos que en la narrativa principal encontrarán resolutivos más adelante, lo que se traduce en motivaciones sólidas y evoluciones congruentes.

La facilidad que tiene Gunn con sus elencos queda manifiesta una vez más y solo hace falta observar la química que hay entre Elba y Cena, quienes la ponen al servicio de un guion que se sujeta a un perfil humorístico mientras hace virajes de acción o dramáticos sin perder consistencia.

Robbie nunca había estado mejor como Harley Quinn. A diferencia de Birds of Prey -un filme que desperdició a su reparto y que se asumió divertido solo por insistir en el gag de un sándwich-, aquí la vemos siendo el centro de momentos memorables que lo mismo abarcan secuencias de acción que monólogos. La actriz australiana ha encarnado al personaje a lo largo de cinco años, pero es hasta ahora que se le permite brillar sin recurrir a un slapstick elemental.

Y al igual que con las dos Guardians of the Galaxy, aquí hay un personaje CGI de pocas palabras diseñado para conquistar a las audiencias: King Shark, quien en su rol de comedic relief pasivo-agresivo arranca carcajadas, genera ternura y tiñe de rojo la pantalla.

Eso nos hace llegar a la carnicería humana que abunda en el filme y que aplaudirá el público entusiasta del gore.

The Suicide Squad es ver a Gunn abrazando sus orígenes en el cine serie b, encontrándose en el punto más alto de popularidad de su carrera. Si bien ya había tenido oportunidad de homenajear a filmes como The Fly y The Thing y de evidenciar su paso por Troma en su ópera prima Slither, fue un esfuerzo que tuvo lugar mientras se abría paso en Hollywood y cuando nadie imaginaba que algún día se relacionaría con la casa de los Avengers.

Ahora que Warner Bros. lo dejó hacer lo que fuese su voluntad, el cineasta se dio el lujo de llenar la película con desmembramientos, decapitaciones, gargantas rebanadas, cabezas reventadas, cuerpos deshechos y monstruos, pero ahora con una inversión premier, lo que hace que The Suicide Squad se sienta como una cinta Troma hecha con un presupuesto multimillonario.

Algunos de los integrantes de la nueva Task Force X. (Foto: Warner Bros.)

El director incluso vuelve a exponer una inquietud temática relacionada con la “zombieficación” de la consciencia colectiva y que abordó justamente en Slither.

Si a todo eso se le suma la abundancia de lenguaje soez, tenemos por resultado una película arriesgada que forma parte de esa cepa de cine de cómics dirigido al público adulto por la que están apostando Warner y DC y que hemos visto en el último par de años a través de exponentes como Birds of Prey y Joker.

The Suicide Squad es un ejemplo del excepcional resultado al que se puede llegar cuando hay confianza en los directores, se les da completa libertad creativa y se les facilitan presupuestos multimillonarios, encontrando un punto medio en el que la visión de un cineasta y el interés económico de un estudio coexistan en armonía.

Es una película emocionante, graciosa, grotesca y hasta emotiva. Es un estupendo blockbuster de autor que implica el regreso de Gunn al cine humorístico y sumergido en sangre en el que dio sus primeros pasos, pero ahora desde la trinchera de filme de superhéroes con inversión privilegiada por el que fue reconocido a nivel mundial.

Es una obra que irradia estilo y personalidad desde su arranque, es lo más Troma que Gunn ha hecho desde que llegó a las grandes ligas del cine de cómics y probablemente sea la mejor cinta de todo el DC Extended Universe.

Calificación: 10/10
The Suicide Squad
Año: 2021
País: Estados Unidos
Dirección: James Gunn
Guion: James Gunn
Elenco: Margot Robbie, Idris Elba, John Cena, Joel Kinnaman, Sylvester Stallone, Viola Davis, Jai Courtney y Peter Capaldi