Hasbro puede presumir ser una compañía de juguetes que tiene una IP que figura dentro de las franquicias fílmicas más taquilleras de toda la historia.

Les guste o no a los cinéfilos, Transformers es un producto de esta era -obedece al frenetismo y al gusto por temáticas bélicas y armamentistas que abundan en los videojuegos- y por ello siempre que una nueva entrega llega al cine se coloca en los primeros lugares de taquilla. De ahí que Hasbro intentara replicar la fórmula y el éxito con G.I. Joe, otra de sus líneas de juguetes más representativas.

Sin embargo, cuando G.I. Joe: The Rise of Cobra llegó a cines en 2009, la crítica especializada la pisoteó y los resultados en taquilla no fueron tan abundantes como se esperaba. A ese filme le siguió G.I. Joe: Retaliation en 2013, secuela que presumió una mejor recaudación en el globo, gracias en parte a la incorporación de La Roca, pero cuyos números continuaron lejos de los de Transformers.

Casi 10 años después del segundo filme, Hasbro y Paramount Pictures regresan con otra apuesta para posicionar a G.I. Joe dentro de las franquicias más recaudadoras, pero lo hacen no desde la trinchera de secuela, sino de la de reboot y filme de orígenes: Snake Eyes.

Dos décadas después de presenciar el asesinato de su padre, un joven que se mueve en los circuitos de peleas clandestinas cruza caminos con un jefe yakuza que le ofrece la posiblilidad de encarar al responsable de ese fatídico suceso, a cambio de adentrarse en el mundo del crimen.

Una serie de circunstancias lo hará llegar al clan ninja Arashikage, en donde comenzará sus primeros pasos dentro del camino que eventualmente lo llevará a ser Snake Eyes de G.I. Joe, a la vez que desentierra los secretos de su propio pasado.

Es evidente que la realización de Snake Eyes obedece al éxito que tuvo en 2018 Bumblebee, película con la que Hasbro y Paramount propusieron una mezcla de spin-off y precuela de Transformers que a la postre fue declarada reboot de la saga.

El acierto en esa ocasión fue que Bumblebee siempre fue el personaje más memorable de los Transformers fílmicos de Michael Bay, incluso por encima de Optimus Prime, lo que combinado con un enfoque menos escandaloso y con situaciones que apelaron más a la emotividad y a la construcción de personajes dio por resultado la única cinta de esa franquicia que realmente es disfrutable.

En esta ocasión, hablamos de la cinta menos escandalosa de G.I. Joe y también centrada en los orígenes de uno de los personajes más populares de las dos entregas que anteceden.

Henry Golding, quien alcanzó fama internacional con Crazy Rich Asians, da vida al personaje titular. (Foto: Paramount)

A diferencia de los chocantes excesos de la primera parte y del perfil “hombres de acción” de la secuela, con Snake Eyes la aproximación es desde el ángulo de cine de artes marciales, dando exposición a temáticas como el honor y la lealtad y a arcos relacionados con los yakuza, elementos todos que se han explotado en la ola artemarcialista del cine indonesio a la que pertenecen filmes como The Raid 2 y The Night Comes for Us.

El peso que ejerce el cine indonesio de artes marciales sobre Snake Eyes es más notorio en cuanto aparece a cuadro Iko Uwais, uno de los actores y artemarcialistas que por excelencia se asocian a esa ultraviolenta corriente.

Pero a pesar de sus influencias y del eje de ser la Bumblebee de G.I. Joe marcado por sus productoras, Snake Eyes es incapaz de exponer una trama que atrape al espectador y de regalar secuencias de artes marciales que se instalen en la memoria.

Queda claro que la trama en una película de G.I. Joe pasa a segundo plano, incluso a tercero, pero ello no la exime de ser audaz con la narrativa para retener el interés de la audiencia que paga por verla. Ejemplos abundan de filmes de acción que tienen apenas bosquejos de argumento, pero que en las manos de cineastas habilidosos se convierten en obras mayúsculas del género.

Pero en este caso, el director Robert Schwentke -responsable de las cintas young adult Divergente la serie: Insurgente y Divergente la serie: Leal– no tiene la pericia para que Snake Eyes deje la huella más mínima en la mente del espectador una vez que corren los créditos finales.

Iko Uwais, talento por excelencia del ultraviolento cine indonesio de artes marciales, participa en la película. (Foto: Paramount)

Sus secuencias de acción se apegan al modelo de cortes incesantes de edición que no permiten apreciar qué ocurre en pantalla y los guiños al universo G.I. Joe se convierten más en distractores que en elementos que abonan a un eficaz desenvolvimiento de narrativa.

Desde luego se aplaude la decisión de Hasbro y Paramount de haberse alejado de los excesos de G.I. Joe: The Rise of Cobra y de comenzar desde cero a partir de un ángulo más aterrizado que en teoría funciona perfecto para un personaje como Snake Eyes que apela a entusiastas de los ninjas y las artes marciales.

Pero de nada sirve tener en la mano un enfoque que en el papel se antoja ideal, si en la práctica no hay noción de cómo llevar a buen puerto un relato de honor, acción, yakuzas y ninjas basado en figuras de plástico.

Calificación: 5.5/10
Snake Eyes (Snake Eyes)
Año: 2021
País: Estados Unidos
Dirección: Robert Schwentke
Guion: Evan Spiliotopoulos, Joe Shrapnel y Anna Waterhouse
Elenco: Henry Golding, Andrew Koji, Úrsula Corberó, Iko Uwais y Samara Weaving