Sylvester Stallone puede presumir que dos de sus personajes están firmemente instalados en el imaginario colectivo: Rocky Balboa y John Rambo, a quienes les ha dado seguimiento a través del tiempo, ajustándolos a las inquietudes de la era en que decide retomarlos.

Cuando Stallone resucitó a Rocky en 2006 con Rocky Balboa, hizo lo respectivo con Rambo en 2008 con Rambo: Regreso al infierno, y ahora que constató que su boxeador sigue siendo un éxito -vía las dos entregas de Creed-, también decidió que era buen momento para traer de vuelta al atormentado ex soldado, y por ello llega a nosotros Rambo: Last Blood.

Han pasado 11 años de los eventos de la anterior película y Rambo está dedicado a su rancho, que comparte con una mujer y su nieta, a quienes considera su familia. Los efectos de la guerra siguen atormentándolo psicológicamente y trata de llevar una vida en paz con ayuda de medicamentos.

Cuando la chica es secuestrada en México por una red de criminales, Rambo dejará de lado cualquier convicción de paz y hará todo lo que esté en sus manos con tal de encontrarla, aun si eso significa adentrarse en los rincones más siniestros de una región azotada por la violencia y desatar una cruenta lucha sin cuartel.

Rambo: Last Blood es una película que está en línea con la forma en que el filme original retrató al personaje central, un veterano de Vietnam que pierde la cabeza ante cualquier situación que le active los recuerdos de aquello que sufrió en la guerra.

Pero a diferencia del resto de las entregas de la franquicia, en esta ocasión el ángulo es el del thriller de acción, lo que le da al director Adrian Grunberg -responsable de la eficaz Atrapen al gringo– las herramientas para conseguir un tono sórdido y agobiante que le permite llevar a Rambo a donde nunca antes lo habíamos visto.

En sus escasos 90 minutos de duración, la película se las ingenia para mantener al espectador en un vaivén de emociones, desde las que apelan al sentido de resignación por el paso del tiempo y las de tensión constante, hasta aquellas que operan como válvula de escape en razón de la carnicería en pantalla.

Este último es un punto en el que se debe insistir, pues Rambo: Last Blood presume secuencias de violencia equiparables a las del cine gore, una decisión artística que Stallone exploró desde Rambo: Regreso al infierno y que ahora está de vuelta bajo una perspectiva más realista y quizá más despiadada.

Torturas, decapitaciones, cabezas explotando, desmembramientos y empalamientos son solo algunas de las formas de violencia que la película aborda, y que sumadas al tono oscuro permeado en una propuesta sobre el mundo criminal mexicano, deja como consecuencia una cinta que contagia al espectador de una sensación de incomodidad.

Rambo: Last Blood sirve como seguimiento a la historia de un hombre que jamás pudo adaptarse al mundo después de la guerra, y funciona también como un relato nostálgico de venganza que además se beneficia de una brutal dosis de violencia que será apreciada por quienes gusten del siempre bienvenido gore.

Calificación: 8.5/10
Rambo: Last Blood
Año: 2019
País: Estados Unidos
Dirección: Adrian Grunberg
Guion: Matt Cirulnick y Sylvester Stallone
Elenco: Sylvester Stallone, Paz Vega, Sergio Peris-Mencheta, Adriana Barraza, Yvette Monreal, Genie Kim, Joaquín Cosío y Oscar Jaenada