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Fastidio digital

Todos, o la mayoría, recordamos el “álbum de fotos” tradicional, ese algunas veces austero y otras bastante garigoleado, dependiendo de los gustos de su creador....

Todos, o la mayoría, recordamos el “álbum de fotos” tradicional, ese algunas veces austero y otras bastante garigoleado, dependiendo de los gustos de su creador. Todos recordamos, estoy seguro, como hay fotos muy antiguas en esos álbumes digitales “mira, este es tu abuelito cuando llegó a México” o “sí, aquí tu papá está con su mamá”, etc. Dependiendo de la edad de cada quien, esas fotos pueden tener más de 50 años. ¡Cincuenta años! Sea como sea, se han conservado, de seguro han perdido algo del color (si es que alguna vez fueron a colores) pero ahí siguen.

La única forma de perder esos recuerdos es porque decidimos tirarlas, se perdieron o sufrieron algún accidente. Es decir, algo caótico y que siempre se recuerda “todas las fotos se perdieron en la mudanza”. Así, no hay forma de recuperarlas y sólo queda acudir con los parientes para ver quien tiene alguna copia…

Hoy las cosas han cambiado. El valor de una fotografía es básicamente cero. Me refiero a valor histórico, emocional, de recuerdo, etc. ¿Por qué? Porque tomamos fotos con todo. Con la cámara chica, con la profesional, con el celular… uno se va llenando de fotos que nunca serán impresas, nunca llegarán a un álbum familiar y quedarán por ahí en el olvido digital, hasta que venga una tragedia binaria… “se me borró el disco duro y adiós fotos”. O el clásico “le entró un virus a la máquina y perdí todas las fotos”.

Tanta tecnología tiene sus ventajas, por supuesto, pero también está el otro lado de la moneda. Veamos mi caso. Tengo unas 10,000 fotos en archivos. ¿Qué les hago? Las voy copiando de disco duro en disco duro, como voy cambiando de máquina, tengo otra copia en un disco duro externo, pero, ¿qué les hago? La tendencia es que en algunos años sean 20 mil y después 30 mil, ¿qué hacer con todo ese cúmulo de bits y bytes? No encuentro solución a largo plazo. Hablo de decenas de años. Hablo del equivalente al tradicional álbum familiar. Todos los vendedores, proveedores, fabricantes y demás integrantes de la “gran familia tecnológica” no nos dicen qué hacer con las fotos, música y películas digitales en el largo plazo.

Imagino que no hay disco duro que aguante 50 años, ya que o se descompone o se vuelve obsoleto y luego no se puede “leer”. Si hacemos copias de respaldo a DVD, ¿cuánto duran? (Los fabricantes siempre tiran unos buenos rollos de que duran “muchos años”, pero la verdad es que nadie ha podido comprobarlo hasta la fecha, la tecnología es muy nueva). ¿Imprimir? Buena broma, “me imprime estas 10,000 fotos por favor, y aquí le dejo la hipoteca de mi casa como garantía”. ¿Hacer álbumes? Sí, es posible, de hecho, es sencillo hacer un álbum como los de antes, pero si ese es el objetivo, ¿borramos todas las fotos sobrantes, digamos, 9,500?

No sé que hacer. La preocupación no es a corto plazo, es a largo y muy largo. Mientras seguiré copiando la colección entre computadoras, actualizaré el respaldo en disco duro y ocasionalmente grabaré algunos DVD. Pero esto es sólo el comienzo del circo: ¿qué hago con mis miles de canciones? ¿y las películas? ¿qué pasará con estos archivos dentro de 30 años? ¿cómo tendremos acceso a ellos? ¿tendremos? Bienvenido al fastidio digital.

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